CONEXION 6

TEXTO DE AUTOVERIFICACIÓN PARA GENTE ABIERTA ¿Estás dispuesto a identificar las maneras en la que te cierras a los otros?

SER CONSCIENTES DE CUANDO Y PORQUÉ NOS CERRAMOS ABRE LA POSIBILIDAD DE ABRIRNOS

Permitir que otro entre en mi o que otros me permitan entrar en ellos es mucho más que un acto de intimidad emocional.

 

Muchas personas nos preguntamos a modo de auto-indagación: ¿Tengo el corazón abierto o cerrado…? O más precisamente: ¿Estoy abierto, estoy cerrado? ¿Se estará convirtiendo esto en un debate intelectual, en una intención mental, en una nueva forma de juzgar a los otros y a nosotros mismos en función de la percepción del nivel de apertura? Algunos pensamos estar abiertos; otros, pensamos estar cerrados. Tanto si pensamos una cosa u otra, os invito a abriros de corazón y tener el coraje de respirar esto que sigue… ¿Hasta dónde me atrevo a permitir que entres en mí? ¿Hasta dónde te atreves a permitirme que entre en ti?

La escritora británica Elisabeth Barrett Browning escribió en algún momento de 1845 un poema que rezaba: “¿Cómo te amo? Déjame contar las maneras…”  también es cierto que hay muchas maneras de ser, de expresarnos de reaccionar o de odiar; en este artículo, propongo que realicemos un ejercicio de auto-observación para detectar resistencias internas, respondiendo a esta pregunta: “¿Cómo me cierro a los otros? Déjame contarte las maneras…”

Os invito a reflexionar acerca de las maneras en las que nos cerramos a recibir la medicina desconocida que nos trae cada momento y cada persona. Cada manera de negarnos se puede desactivar si así lo decidimos, simplemente prestando atención a observar cuándo sucede.

  •  Cuando juzgo tus acciones y me permito opinar sobre ellas.
  • Cuando me evado de situaciones en donde hay amor, aceptación, alegría.
  • Cuando me niego a perdonar o elijo vivir en el rencor.
  • Cuando no acepto de corazón tus decisiones.
  • Cuando retiro mi apoyo, sólo porque no estoy de acuerdo contigo… cómo si mi apoyo incondicional tuviera algo que ver con una opinión.
  • Cuando te contesto antes de que hayas terminado de hablar, cómo si el final de tu frase no fuera importante.
  • Cuando contesto a cada cosa que compartes conmigo, cómo si siempre tuviera algo valioso que aportarte.
  • Cuando me olvido que no me estoy relacionando contigo si no conmigo.
  • Cuándo empiezo una frase diciéndote: “Sí, pero….”
  • Cuando te contesto empezando por: “en mi opinión….”
  • Cuando creo que lo que estoy haciendo es más importante que tú.
  • Cuando “no es el momento adecuado” simplemente porque tú momento no es mi momento.
  • Cuando sólo veo tu limitación, sin darme cuenta de que sólo está protegiendo tu potencial.
  • Cuando sólo veo tu condicionamiento, sin recordar que sólo está cuidando de tu esencia.
  • Cuando sólo mi cuerpo es lo que está enfrente a ti, y mi atención está muy lejos.
  • Cuando estoy pensando en mi respuesta mientras hablas – mientras estoy pensando en vez de sentirte cuando hablas.
  • Cuando me impaciento porque no tenemos el mismo ritmo.
  • Cuando no te acepto incondicionalmente en cada momento.
  • Cuando discuto tus decisiones, intentando que las cambies.
  • Cuando te digo “Tú sabrás lo que haces, pero yo en tu lugar…” pensando en que mi manera es la mejor manera para ti.
  • Cuando quiero decidir el qué, el cómo y el cuándo – sólo a mi manera.
  • Cuándo justifico mi discusión: “Es que….”
  • Cuando pienso que tu decisión no es la correcta.
  • Cuando creo que tuviera que perdonarte porque no eres perfecto tal cuál eres.
  • Cuando te perdono, cómo si tuviera algo que perdonarte y las cosas no fueran perfectas tal cuál son.
  • Cuando subo el volumen de la música o de mi voz cuando estás hablando.
  • Cuando me olvido de que yo soy tú y tú eres yo.
  • Cuando no te escucho y supongo lo que vas a decir.
  • Cuando antepongo mi pensamiento de ti a lo que eres en realidad.
  • Cuando siento mi herida y le presto toda la atención sin ver ni considerar la tuya.
  • Cuando te digo lo que tienes que, o deberías, hacer.
  • Cuando te digo “a mi no me importa, tú verás, es tu vida…”
  • Cuando me enfado porque no eres como pretendo que seas.
  • Cuando me victimizo porque no eres como te exijo que seas.
  • Cuando estás llorando e intento que te sientas mejor.
  • Cuando considero necesario explicarte en cada momento cómo tus acciones, pensamientos y sentimientos me hacen sentir a mí.

 

¿A qué nos cerramos cuándo nos cerramos? ¿A quién me cierro cuándo me veo reflejado en alguno de los puntos anteriores?

En el movimiento Nueva Era y en los últimos años, se habla mucho de la importancia de “cuidarse a uno mismo”, de la imposibilidad de “amar a otro si no te amas a ti mismo”, del “egoísmo saludable” y una serie de pensamientos acerca de cómo deberían ser las cosas, queriendo que sean de una manera, de cualquier manera, excepto cómo son. Si no me amo, pero te puedo amar a ti, ¿por qué esperar a que nazca en mí un sentimiento de amor propio que, por el motivo que sea, aún no he descubierto? ¿Y si me permitiera verme a mi, a través de ti? ¿Y luego poco a poco pudiera ir creciendo en ese sentimiento de amor, profundizándolo, unificándolo, para que en vez de direccionarlo hacia ti o hacia mí, simplemente pudiera sentirlo en todo su esplendor?

¿Qué pasaría si por un momento permitiera que tú, tus preocupaciones y tu herida, fueran la prioridad? ¿Qué me ocurriría si tu momento, tu opinión, tu decisión… fuese lo más importante para mí?  ¿Qué comprendería si te escuchase con todas mis avenidas de percepción, en vez de sólo oír tus palabras? Para aquellos que creen que ya anteponen a los demás a sí mismos, les invito a considerar si realmente anteponen a la otra persona, o a la necesidad de aliviar su sentimiento de culpa, su necesidad de ayudar a otros para recibir algo a cambio.

Hay un misterio por descubrir dentro de la aceptación incondicional. Un misterio que yo no te puedo anticipar, describir ni prometer – un misterio mágico que será diferente para ti de lo que ha sido y es para mi. Un misterio en el que nunca podremos saber lo que sucederá la próxima vez que nos abramos de corazón a recibir lo que es, lo que hay – porque es cambiante, impredecible, variable, contiene la esencia misma de la sanación. La única receta posible para sanar la angustia existencial con la que nacemos, que nos acompaña a lo largo de nuestra vida: abrirnos de corazón a recibir lo que es, lo que viene… practicar aceptación incondicional es practicar consciencia.

En realidad, el título de este post debería haber sido “texto de auto-verificación para gente cerrada”… pero tuve miedo de que muy poca gente se atreviese a leerlo. Queremos fijarnos más en las compuertas que tenemos abiertas, pero prestar muy poca atención o justificar aquellas que mantenemos cerradas a cal y canto. O tal vez sólo sea la percepción que utilizo para cerrarme a ti.

En realidad, no tenemos que preocuparnos en “hacer” algo para “abrirnos” – con tomar consciencia de las maneras en las que nos cerramos, la magia de la vida y de la sanación, se encargará del resto.

Y cómo lo único que emerge cuándo eliminamos todo lo que no es, es el Amor, aquí os dejo un enlace al poema de Elisabeth Browning que mencionaba al inicio: https://clasicosymas.webnode.es/news/poema-de-que-modo-te-amo/

Gracias a mis compañeros de Inner Mastery, por haber colaborado a reflejar los puntos enunciados en este artículo. La voz de la consciencia nos habla a través de cada una de estas personas, decididas a seguir indagando, a seguir abriendo camino, a seguir disfrutando y amando juntas.

 

Os esperamos con el corazón abierto.

 

Laura Torrabadella

[email protected]

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Alberto José Varela

Fundador de empresas y organizaciones; creador de técnicas, métodos y escuelas; autor de varios libros. Estudiante autodidacta, investigador y conferencista internacional, con una experiencia de más de 40 años en la gestión organizacional y los RRHH. Actualmente crece su influencia en el ámbito motivacional, terapéutico y espiritual a raíz del mensaje evolutivo que transmite.

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