EL DOLOROSO Y COMPLICADO REENCUENTRO CON LA INOCENCIA PERDIDA.
Los niños traen el perdón debajo del brazo.
Por favor mira en los ojos de un niño o niña, la inocencia de todo ser vivo. No solo en los humanos, en todas las especies vivas nos enternece ver a crías o bebes recién nacidos; su indefensión, su pureza, su asombro ante la vida y sobre todo su inocencia. No tienen la más remota idea de lo que es ni lo que significa ser culpable, y en ese sentimiento de impecabilidad de ellos mismos radica su encanto y belleza natural. NO SE SIENTEN CULPABLES. Esa inocencia dura pocos años en los humanos, lamentablemente. Luego nos pasamos toda la vida en largos y agotadores procesos de sanación para tratar de recuperar la inocencia.
Un niño llega a la vida y no sabe si ha sido deseado o no, si es bienvenido o no, si sus padres son ricos o pobres, si va a ser amado u odiado, si va a ser aceptado o rechazado, en realidad no sabe nada, no tiene memoria ni ha desarrollado todavía la capacidad de percibir el entorno, por ello no tiene pensamientos y por tanto es INOCENTE. Aun no ha sacado ninguna conclusión.
La niña de la foto de portada tiene 4 años, se llama Kelly Clarisa, está de visita por un tiempo en nuestra casa, anoche le preguntó a su padre Erik: ¿Qué significa perdonar?
Cuando ella llego a nuestra casa hace dos días, yo le dije que debía ponerse el cinturón cada vez que estuviera en el coche. Pero por la mañana al salir no se lo puso, la policía nos paró y ella se dio cuenta del problema en que nos metimos por no llevar el cinturón puesto. No solo que “perdimos” mucho tiempo, la posible multa, y otras dificultades, sino que además pude ver si en algún momento la niña percibía que había hecho algo mal (a esa edad ya puede percibirlo). La estuve observando, el papá y yo le dijimos que para evitar esos problemas siempre hay que ponerse cinturón. Los hechos evidentes le ayudaron a comprender la obligación. Pero la sombra de la culpa la acosaba. El tono en que su papa y yo le dijimos que ahora ella podía comprender por qué había que ponerse el cinturón, le ayudó a no culpabilizarse. Solo entendió que es peligroso circular sin cinturón puesto y que si no lo hace la policía nos CASTIGA.
Apareció la palabra fatídica: “CASTIGO”. Tan íntimamente relacionada con la idea de ser culpable. Si ante cualquier hecho indebido hay un castigo es porque se ha cometido un error que debe ser ajusticiado. La idea del error o de la imperfección está en la raíz del problema que tiene todo ser humano que todavía no ha comprendido ni experimentado lo que significa el perdón.
Según las leyes y la moral que dictamina lo que está bien y mal, es obvio que todos caeremos en muchos errores o faltas a través de lo que hacemos o dejamos de hacer. Pero hay algo que llama mucho la atención, que EL ERROR ESENCIAL QUE MUCHAS PERSONAS SIENTEN ES “HABER NACIDO”, O SIMPLEMENTE “SER COMO SON”. No parece que pudiera ser un error, pero para ellos lo es. Niños que no han sido deseados o que sus padres proyectan sus expectativas sobre ellos acusándolos inconscientemente por no ser como debieran ser. (Creo que la mayoría de humanos encaja en una de estas dos opciones)
Si tuviera que responder a la inocencia de una niña qué es perdón le diría: “es darse cuenta que nada ni nadie puede hacerle daño a nada ni a nadie” “es comprender que no hay nada que perdonar” “es sentir de corazón que todo es perfecto y que no hay nada que reprochar” pero este significado es de complicada comprensión para un niño que aun no ha perdido la inocencia, o para cualquier persona que la ha perdido y no quiere recuperarla.
Hoy le pregunte a Keilly la niña de 4 años de la foto: ¿Qué te dijo tu padre sobre lo que significa perdonar? Y me dijo: “Que si yo araño o rasguño a alguien no deben regañarme ni castigarme” apareció de nuevo la relación error-castigo que lamentablemente los niños tienen implantado desde muy pequeños. Realizar una desconexión entre el error y el castigo es fundamental para abrir un proceso de perdón. Una vez aislados, se puede observar al error como una interpretación incorrecta o distorsionada, una idea que proviene de la herida o los traumas que acarreamos; un pensamiento que ha nacido de conclusiones parciales; si se cambia la percepción del error, automáticamente se derrumba la idea del castigo. Es el momento en que resurge la inocencia.
¿Puede un criminal convertirse en inocente? Si esto se lo planteáramos a cualquier criminal, pensaríamos que sería algo muy peligroso, ya que al no asociar crimen con castigo, les daría vía libre para cometer todos los crímenes que quisieran sin ser castigados. Y es eso lo que sucede exactamente, es la estrategia delictiva perfecta para no sentir culpa, porque sin culpa se puede hacer cualquier cosa. Yo mismo he podido comprobar esta situación en la cárcel, no he encontrado casi a nadie que se sintiera culpable por lo que hizo. Cada uno cambia la percepción a su manera y a su medida para justificarse en lo que ha hecho. Siempre encuentran una manera de escaparse de la culpa creando argumentos y razones para hacer lo que hacen. Por ejemplo: el mayor atracador de España me dijo que él se dedica a cambiar el dinero de lugar, que él no roba, sino que reparte el dinero de los bancos a otras personas. No siente que esté robando sino que está cumpliendo una función social. Es solo uno de los mil ejemplos. Otro hombre muy feliz me dijo que quemó a su mujer porque le quito la casa y los hijos; lo dijo con una gran convicción de que debía hacer eso. Y así una larga lista de argumentos que eximen al criminal de su culpa psicológica, porque luego la justicia los condena, pero para ellos los jueces están cometiendo un error; es posible que no me creas lo que digo, pero yo tampoco me lo podía creer, que acusen a los tribunales por juzgarlos o condenarlos. Ellos aseguran que “los jueces no saben nada de la realidad” Siempre hay una razón válida para cometer un delito, o hay un error en la actuación de la justicia, pero nunca hay culpa. ¿Por qué casi no hay culpa en las cárceles? Porque inconscientemente han encontrado el atajo para escaparse del auto castigo para enfocarse en castigar a otros. CASTIGAR ES LA ENERGIA DE LOS CONDENADOS. Han llegado a cometer delitos por castigo, y lo siguen cometiendo porque castigan a una sociedad que no les comprende.
El castigo no libera la culpa sino que produce una compensación. Aunque no se castigue a un criminal seguirá escondiendo inconscientemente su culpa. La única solución posible, y de raíz, es que se perdone a sí mismo, pero para ello debe reconocer el error y la culpa -Aunque esta no exista en realidad- para luego entrar en el universo interior del sentimiento, allí donde se siente el dolor de la herida, la angustia por lo ocurrido, y en donde se va a producir la gran cirugía que extirpe el tumor de la culpa. Es lo que yo he denominado “EL PROTOCOLO DE LA SANACIÓN”: esto es lo que vivimos los humanos, y lo que parece que hasta ahora nos toca atravesar como si estuviéramos programados para tener que pasar por la experiencia de la culpa por alguna razón.
Primero: cometer errores.
Segundo: reconocer los errores cometidos.
Tercero: sentir culpa por lo que hicimos.
Cuarto: castigarnos y sumergirnos en la angustia que produce la culpa.
El sentimiento de culpa es lo que perpetúa el hecho de cometer errores. Sentir culpa es una de las grandes adicciones humanas, y es uno de los motivos principales de las adicciones y de todo tipo de actos que se juzgan o condenan. Una sutil necesidad inconsciente nos hace caer una y otra vez en todo tipo de actos que nos producen culpa. Como si fuera una estrategia diseñada a propósito para experimentar una serie de sensaciones desagradables. Pero… ¿Por qué buscamos ese sentimiento reiteradamente? ¿Qué nos hace sentir? ¿Qué objetivo tiene?
LAS RAZONES PRINCIPALES QUE HE DECUBIERTO EN LAS ÚLTIMAS DÉCADAS SON:
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PORQUE NO QUEREMOS ACEPTAR LA IMPOTENCIA, COMO PARTE DE LA VIDA Y LA NATURALEZA HUMANA.
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PORQUE HEMOS ELEGIDO DESCONFIAR. LA CULPA ES UN SUSTITUTO DE LA CONFIANZA.
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PORQUE ES PARTE DEL PROCESO DE SENSACIONES QUE NOS TOCA ATRAVESAR PARA SANARNOS.
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PORQUE EL PROCESO EVOLUTIVO DE LA CONSCIENCIA NECESITA ENTRAR Y SALIR DE LA ANGUSTIA.