NO ES LO MISMO SER MAESTRO QUE VIVIR EN LA MAESTRÍA
Ya es tiempo de dejar la dependencia hacia las fuentes externas e internas, para descubrir un espacio trascendente.
Los humanos llevamos mucho tiempo considerando la importancia que tiene tener al menos un maestro a quién seguir, poder contar con un guía o gurú que nos oriente; incluso ha llegado a ser un aspecto fundamental en el proceso de millones de personas que buscan la verdad.
Es cierto que los maestros tienen una utilidad, pero es transitoria. Mientras el discípulo está perdido debe depender de una fuente externa. Es coherente que así sea, pero esta situación crea, sin querer, varios inconvenientes para la evolución interior.
La primera dificultad es que mientras somos seguidores, somos susceptibles de entregarnos a maestros que necesitan de aprendices, adeptos o discípulos. Los maestros que necesitan serlo es porque todavía no lo son, por eso crean consciente o inconscientemente dependencia en sus discípulos.
Un auténtico maestro es quien, después de guiarte a encontrar tu propia salida, te propone que le abandones para que puedas seguir tu camino. Llega un momento en que el maestro mismo te dice: “mátame, y sigue tu sólo”
Cuando un maestro nos guía hasta el mismo punto del camino en donde nos hemos perdido, entonces surge la memoria original de donde venimos y a donde vamos. Ya no necesitamos más orientación porque ahora el maestro interno es quién nos guía.
Por eso propongo que se haga un uso consciente y moderado de la relación que tengamos con los maestros, porque es una relación esencialmente efímera. Nos iremos despidiendo de ellos mientras comenzamos a hacernos cargo de la responsabilidad de decidir por nosotros mismos.
El más asertivo oráculo que puede satisfacer toda consulta interna es la propia consciencia conectada al sentimiento. No hay ninguna otra fuente de sabiduría en todo el universo más precisa que la maestría interna.
Cuando el maestro externo se marcha porque ha nacido el maestro interno, es cuando estamos en condiciones de fundirnos con la sabiduría infinita y eterna de la existencia, ese es el momento en que nace la maestría interna, es un paso más allá del maestro interno, porque nuestro ser interior se convierte en un laboratorio-escuela abierto las 24 horas de los 365 días del año, es donde podemos aprender absolutamente todo lo que necesitamos para cada situación de la vida.
Es preciso diferenciar lo externo, de lo interno y de lo trascendente. la maestría interna es la trascendencia de las dependencias, pero no es independencia sino interdependencia, con los otros, con uno mismo y con la existencia.
Alberto José Varela