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CADA INSTANTE PUEDE CONTENER EL PARAÍSO, CADA SITUACIÓN PUEDE SORPRENDERNOS CON LA ESENCIA IMPREDECIBLE DE LA EXISTENCIA.
Por ello afirmo: “Soy el disfrute de lo que vivo a cada momento en el que soy consciente de mi y de mi consciencia”.
(EN LA FOTO: Momento inolvidable en una puesta de sol, frente al Río de la Plata, en una playa de Colonia Uruguay, rodeado de gente y naturaleza salvaje, metido adentro observando al que observa y al que percibe)
El que observa comprende, el que percibe piensa. La observación no saca conclusiones ni necesita definir lo que ve porque su propósito es devolver la pureza a todo lo que existe; para ello se debe dejar de lado el mecanismo del reconocimiento, no hace falta reconocer lo que se observa, porque la observación se dedica a DESIDENTIFICAR; mientras que la percepción crea pensamientos y conclusiones para etiquetar y clasificar, este proceso de elaboración de alimentos para la mente le da la energía para seguir con una vida ilusoria dominando al que se identifica con lo que piensa; la percepción se dedica a IDENTIFICAR.
Si observas es porque hay un observador y una observación que despierta la consciencia. Si percibes es porque hay un personaje y un guion que se debe interpretar para seguir dormido en la inconsciencia.
La consciencia es objetiva por tanto no tiene objeto ni objetivo, es pura, inmaculada, transparente, no crea definiciones, no saca conclusiones, no etiqueta porque no necesita crear distancia ni separatividad con lo que existe; por ello lo que ve sencillamente es, y con eso da la posibilidad de que cada ser observador se funda con lo observado. Si el observador mira una estrella podrá ver que la estrella es una estrella, no admite adjetivos calificativos ni clasificaciones; esa estrella que mira puede haber dejado de existir hace mucho tiempo pero puede apreciarla en el aquí ahora, ¿Está viva o muerta? ¿Existe o es una visión del pasado? No es algo que le preocupe a la consciencia. De igual manera puedes desarrollar la observación objetiva hacia ti mismo, la consciencia puede ir penetrando capas hacia adentro hasta llegar a alcanzar el núcleo, al observador, e incluso puede dar un paso al más allá y llegar a la observación para fundirse con la consciencia universal. En ese espacio-tiempo sólo hay unidad y divinidad.
Para llegar a la objetividad de la consciencia (perdón de la redundancia) es preciso atravesar la subjetividad de la inconsciencia (lo siento por la doble redundancia).
Al comienzo el observador puede observar los pensamientos, el proceso de cómo se elaboran conclusiones, las ideas y creencias que crean la realidad, incluso puede observar a los personajes y las emociones que les mueven; también se puede apreciar el entorno y lo que ello impacta en el interior, todo lo que llega de afuera puede ser observado, también lo que sientes cuando algo te viene a visitar, un sentimiento, una caricia; todo tiene el poder de crear pensamientos; la observación del yo es una de las más atrevidas y riesgosas observaciones, es como penetrar en la profundidad de la sombra, ya que es cuando el poderío de la mente tratará de interferir en dicha visión interna porque sabe que si el observador llega a verse a sí mismo más allá de lo que su mente piensa, ocurrirá una transformación espontánea que dará lugar a un proceso de evolución interior en el que podrá alcanzar de manera natural la conquista de la observación y la consciencia universal que la guía.
El secreto de semejante milagro está en el hecho de que todos los pensamientos son susceptibles de ser observados por un observador que está despertando de la ilusión, si se observa más y más al pensamiento, incluso al proceso de creación de pensamientos, se puede llegar al que piensa; al llegar a la mente y observarla se comienza a desmantelar el falso poder que usaba para dominar la vida y voluntad de quien todavía no se había dado cuenta que tenía un dueño falso en su interior. Pero si llegas a la mente con la mente misma se creará más conflicto, juicio e identificación. Mucha gente cree que se observa pero solo se están mirando desde la óptica del inconsciente, la prueba está que de esa mirada surgen más divisiones y alejamiento. Pero si el observado está presente también puede observar ese fenómeno de autoengaño que produce la mente, desesperada por sostener su poderío crea pseudos observadores, que en realidad son emisarios de sí misma con apariencia espiritual.
Cuando la consciencia empieza a despertar la observación empieza a suceder, y con ello el nacimiento del observador quien representa a la visión espiritual de la existencia. Es un proceso en el que poco a poco se va saliendo del sueño y del adormecimiento en el que el inconsciente dominaba la vida y las decisiones.
Al observar la observación del observador se desconectan los pensamientos y se marchan cual nubes llevadas por la fuerza de la consciencia. Es entonces cuando puedes enfocarte en cualquier persona, situación u objeto en una actitud descarada y desafiante que proviene de la desidentificación, ante ese lugar interno de observación nada ni nadie podrá tomar el dominio sobre ti, estás adentro, tan adentro que te llegas a convertir en lo externo que te acosa o te ataca, que te apoya o te ama; tan adentro que llegas a desaparecer en una observación que lo incluye todo.
¿Quién está leyendo este texto? ¿Qué percibes o interpretas? ¿Qué te hace sentir? Si lo puedes observar sin juicio, sin definirlo ni clasificarlo es porque estás despertando. Ahora mismo, como cuando comes, caminas, respiras o te pones cara al sol en un atardecer es momento de salirte de toda percepción de la existencia y de convertirse en ella. Ahora todo es indefinible, por eso es infinito, eterno y profundamente conmovedor.
Alberto José Varela