DIÁLOGOS TRASCENDENTES, un dialogo entre apariencias (Introducción)
¿Quién eres? ¿Quién soy? ¿Qué ves en mí? ¿Qué veo en ti?
Lanzo estas pregunta pero en realidad a mi no me interesa saber cómo me ves, aunque me parece interesante la idea de que observemos el fenómeno desde la consciencia orientado a lo que creemos ser.
El mundo no es como lo vemos, sino como somos. Las definiciones acerca de lo externo no son objetivas, sino proyecciones de la subjetividad.
El otro tampoco es como lo vemos sino como creemos que somos. Proyectamos la creencia acerca de nosotros mismos en otros. Somos una película protestándose en una pantalla externa conformada por quienes nos rodean.
Ahora vamos a ver quién crees que soy. Tal como me ves, es como tú te ves, por tanto es fácil que me conozcas, solo debes ver la visión que tienes acerca de ti. Soy tu espejo. Sea lo que sea que veas en mí, eso es también tuyo. Es por el hecho de que nadie puede ver en el otro lo que primero haya visto en sí mismo.
Si te estoy haciendo llegar estas palabras y esta imagen es porque te estoy mirando, pero no con los ojos físicos sino con los ojos de la consciencia. Ya te conozco, te he visto en algún momento. Yo también te miro. Tú me has creado a mí, por eso te puedo reconocer. No te puedes ocultar de mí ni yo de ti.
Quizás la pregunta adecuada no sería ¿Cómo me ves? sino ¿Qué veo en ti? Pero esa pregunta no me la hago respecto de nadie, nunca. La respuesta puede hacerme recuperar la cordura, cosa que no quiero. Prefiero conservar la locura de la inocencia en mi mirada a los otros.
A veces aparece alguien que me pregunta ¿Qué ves en mí?, sólo a veces… algún loco por ahí. Y eso no asegura que responda. Pero por lo menos lo considero, con la intención de apoyar la locura que tienen algunos de querer descubrirse de verdad.
Todo depende de quién me hace la pregunta, cómo me la hace, por qué me la hace; tengo que percibir la intención. Entonces “veo” que hacer y qué responder. Es algo espontáneo y mágico.
Incluso si respondo, no doy garantías de que lo que diga sea verdad. Me gusta mucho mentir. La mentira es la herramienta que más uso con los que amo. Porque confío en su capacidad de darse cuenta de lo que es y lo que no es. Ayer mi hija Amelys de 9 años, me dijo: «antes le tenía que preguntar a mamá si lo que tú me decías era cierto o no, ahora ya me doy cuenta yo sola cuando mientes y cuando dices la verdad»
Así como le digo a los que me cuentan cosas acerca de sí mismos “que no les creo”, también me lo digo a mi mismo. No creo en mí. En realidad no creo en casi nada, la única creencia que parece que mantengo es la creencia de que no creo en nada.
En un dialogo, tanto tú como yo podemos descubrir muchas verdades detrás de tantas mentiras… pero es indispensable destruir las máscaras, las mentiras que han dado origen a las identificaciones.
¿Te animas?
Entonces, si quieres haz tu pregunta. Habla acerca de ti o de mí, en el fondo es lo mismo.
Se inicia un diálogo entre mis lectores y yo, que somos dos caras de la misma moneda, o mejor dicho dos facetas de la misma ilusión.
Alberto José Varela