Hace 10 años cometí el primer gran error de publicar un artículo sobre mi soberbia, era cuando comenzaba a dejar la prostitución de no escribir lo que sentía, ahora ha llegado el momento de publicar el segundo artículo. Pero ahora lo siento como el resultado de ese gran “acierto” que en ese momento no podía verlo así porque todavía no me sentía merecedor de expresar lo que soy.
El significado de la soberbia que conocemos es una de las acepciones que nos da el diccionario, basado en que es una estimación excesiva de sí mismo en menosprecio del otro. Este significado de la palabra soberbia crea enemistad, competitividad, lucha, división. El origen etimológico de la palabra Soberbio es: “superbia”, que significa la actitud que adopta una persona que se tiene por bastante más de lo que es. El soberbio debe demostrar su superioridad, categoría y preeminencia y naturalmente elegirá aquellas facetas de su vida en las que sobresale o tiene poder, aunque en otras facetas se manifiesta su baja autoestima. Es como alguien que tiene un complejo de superioridad que esconde el complejo de inferioridad. Por eso se vuelve arrogante, que es quien muestra su superioridad con agresividad o ira.
He notado que cuando se está frente a algo o alguien soberbio, uno ve su grandeza y majestuosidad y tiende a sentirse menos, pero, esa soberbia, no está haciéndote sentir eso sino que tu pequeñez interior te hace sentir así. Esa soberbia no está insultándote ni agrediéndote; por eso prefiero apoyarme en otra acepción de la palabra soberbio que proviene de la palabra “sobre”, de ahí viene también “sobrar, sobrado, sobrante” otra palabra que surge de ahí es “soberanía” que es estar más arriba, “soprano” que es la voz superior, y de ahí también viene la palabra “superar“, que es ponerse por encima de las propias limitaciones; por eso está “sobrado”. De todo esto provienen las expresiones como “sobrenombre, sobresaltar, sobrellevar, sobrenatural, sobrepasar, sobrescrito, sobreseimiento…” Todas dicen lo mismo: que está por encima de… sobre lo anterior, más allá de… La que más me llama la atención es la palabra “sobrio”, que proviene de la misma raíz, y significa alguien que come o bebe moderadamente, o que está por encima de los excesos. Ese también es de alguna manera un soberbio.
Según el diccionario SOBERBIO es quien tiene altivez, o sea que se siente alto, elevado, grande, majestuoso, por ejemplo se dice “un palacio soberbio”, “un jardín soberbio”, algo que impacta, sorprende o nos supera la capacidad de definirlo, es como decir “que grandioso, que magnifico” o que tiene grandes dimensiones.
Si alguien me dice que soy soberbio cuando me muestro esplendoroso, cuando brillo, cuando saco mi gracia y encanto, cuando reflejo mi amor propio y cuando expongo la alegría por ver el orgullo que siento al ser como soy, entonces, me declaro un soberbio. Quien dice “soberbio” a otro se refiere a que quien lo dice se siente menos. No tendría que decirle soberbio al otro, sino decirse a sí mismo “me gustaría ser como tú” “me siento menos que tu” el otro no tiene la culpa de lo que tu sientas.
Si en vez de compararte admiraras, abrirías una puerta a la inspiración que otro te puede impulsar. Admirar… “Ad” significa cercanía, cuando admiras te acercas cariñosamente más y más para mirar los detalles de quién refleja tu misma potencialidad. Jamás te compararás si esa admiración proviene de un ser que se ve confrontado a florecer porque hay otro que ya lo ha hecho. La admiración que proviene de un ego resentido e impotente por no florecer se llama “envidia”, es una admiración que se vuele destructiva, se acaba odiando a lo que se admira, como fue el caso del gran músico Salieri, contemporáneo de un genio de la música como Mozart, que acabó destruyendo lo que admiraba y volviéndose loco por no poder alcanzar el nivel de quien admiraba. Mozart no fue consciente que estaba ante alquilen que le destruiría por la envidia que le sentía.
Dentro de un mundo en donde abunda la baja autoestima no estaría mal un poco de soberbia. Como medicina a tanta gente que se rechaza.
Quiero desafiarte a que en este momento le des otro significado del que creemos que tiene. Para mí, ser soberbio es haber hecho un ajuste elevado de la idea que se tiene acerca de si, es recuperar la idea original de lo que somos. Nos creemos menos que otros y cuando esa idea se modifica hacia arriba crece la autoestima hasta que puede llegar a niveles tan elevados que le llamamos soberbia. Tener autoestima alta no significa que se sienta más que otros, sino que se da más valor a sí mismo del que se daba. Una persona que se valora a si mismo también valora a los demás.
Me siento orgulloso de quien soy, de lo que soy, de todo lo que tengo y de lo que recibo, sencillamente porque me lo merezco. El orgullo que siento no es comparativo, me centra en mi mismo, hace que me respete, simplemente me siento enaltecido por ser así. Mi respeto y amor por mi mismo no es ningún impedimento para que tú te ames y te respetes. Si tú no estás orgulloso de ti ¿Quién va a estarlo? Si no sientes orgullo por ti mismo entonces tendrás que buscar toda la vida a alguien que se sienta orgulloso de ti, así te convertirás en un mendigo. Estar orgulloso de uno mismo no hace inferior a otros, incluso estar orgulloso de uno mismo muestra el camino a otros para llegar a respetarse a sí mismos. Les impulsa a hacerse grandes también.
Un buen día, estaba en el parque del Retiro en Madrid compartiendo momentos mágicos, de primavera, sol, calidez, flores apareciendo, pájaros cantando, y de repente una mujer que me estaba acompañando en ese maravilloso día me dijo: “eres el hombre más soberbio que he conocido”. Ella es cómo un alma gemela para mi, por tanto era imposible no creerle, era imposible negar lo que me decía, era imposible que me lo dijera para herirme o para proyectarme algo sobre mí, ella me lo decía desde lo más profundo de sí misma, luego de que pasaran unos minutos, cuando yo ya había pensado millones de cosas acerca de mi soberbia y a buscar cómo superar esa soberbia que reconocía y juzgaba en mi, ella agregó: “tu soberbia me encanta…” de repente, esos millones de pensamientos orientados a culparme por ser soberbio cobraron un sentido desconocido, se convirtieron en un sentimiento precioso de amor por mí mismo. La idea de que una mujer se encanta con la soberbia de un hombre no es lo que me movió, sino poder ver por primera vez mi soberbia con otra mirada y a partir de ahí ir al fondo de mi para encontrarme con la felicidad inmensa que siento por ser como soy. Entonces me pregunté a mi mismo ¿y si la soberbia fuera un aspecto divino del ser humano y lo estamos rechazando? Si este tipo de soberbia es lo que atrae tanto, ¿Porqué no ser soberbios sin ningún impedimento? Ese día la soberbia cambio su significado para mí.
Fue ese día primaveral en el retiro de Madrid que me senté en un banco al lado de Carmen y escribí estas líneas:
EL ÚNICO DESTINO POSIBLE ES FLORECER… ¡BENDITA ESCLAVITUD!
“Verano, momento de máximo florecimiento. Una y otra vez, cada año vuelve a suceder. Las flores florecen porque es su destino. No pueden ocultar su aroma ni su colorido. Muestran la belleza en todo su esplendor.
Arrogantes para los infravalorados… Altivas para los acomplejados… Soberbias para los menospreciados… Altaneras para quienes viven escondidos… Orgullosas para quienes se rechazan…
Ellas nos hablan con el lenguaje existencial de la autenticidad. Simplemente son ellas mismas, sin más. Nada que ocultar. Se expanden obedeciendo la ley inquebrantable de la abundancia: ABRIRSE, ENTREGARSE, MOSTRARSE, DARSE, SER… Regalándolo todo sin pedir nada a cambio.
En la esencia de todas las cosas hay un impulso de salir, compartir y multiplicar.
La naturaleza de la esencia humana es el florecimiento a través de la apertura del corazón.
En el alma humana, el verano no es una estación, es el estado natural que a cada momento le empuja hacia la bendita esclavitud del florecimiento.
Te invito a formar parte del grupo de valientes seres humanos, que, a pesar de ser juzgados de altivos, arrogantes u orgullosos, no dudan de manifestar su gracia, encanto y esplendor.
Bienvenidos al jardín de los soberbios. Aquí no existe la comparación. Es un micro universo en donde no hay nadie mejor ni peor. Cada uno con su belleza particular.
Relájate que ni yo ni nadie puede ser mejor que tu ¿Ser mejor? Es imposible. Los egos reprimidos y empobrecidos están preguntándose ¿Quién es el mejor? ¿Qué es lo mejor? Al decir que algo es peor lo ponen por debajo, al decir que es mejor lo ponen por encima, en ambos casos juegan al juego de la superioridad y la inferioridad, el mismo complejo aun no resuelto que se juega con humillación. Cuando ese complejo se supera nunca más usarás la palabra mejor o peor, inferior o superior, bueno o malo, positivo o negativo, son palabras que demuestran la polaridad de un ego herido, humillado, subestimado que anhela ver fuera todo tipo de cosas para juzgarlas. En el juicio se descarga toda la ira y el resentimiento por no amarse, ese odio hacia uno mismo necesita salir de alguna manera.
Obsérvate cuando hables mal de otros, observa el odio que te tienes, como te rechazas, observa tu envidia, como deseas tener lo que el otro tiene, observa cómo te comparas y ríndete ya de una vez por todas a la posibilidad de abrirte al amor. Todo comienza por una decisión que surja de tu corazón. Deja de luchar con lo que no eres.
Si quieres cambiar de grupo, si quieres iniciar un proceso para pasarte a los que se aman, aceptan y respetan, entonces cuenta conmigo. Soy el presidente de la asociación de soberbios. Y solo quiero recordarte que no hace falta dinero, poder económico ni político, no es necesario ser alguien especial, no hacen falta títulos ni tener posesiones; la fama, el prestigio, la belleza, el reconocimiento no son cosas necesarias, sino solo tu firme decisión de ser quien eres. En el proceso tendrás que reencontrarte, reconocerte y aceptarte, pero todo eso llega solo. La existencia toda conspira con quienes se deciden a cambiar… de grupo.
La secta de quienes se odian y rechazan está extendida a todo el mundo, muchos integrantes de tu familia y amigos pertenecen a esa secta, ellos te harán sentir culpable por haberles abandonado, te buscaran para que regreses, harán de todo para no perderte. Tú tendrás que estar muy alerta en este momento y yo estaré divirtiéndome, viendo el paisaje humano más maravilloso, el de individuos que deciden dejar atrás una vida de mentira y sufrimiento y se animan a adentrarse en el misterio inexplorado de la felicidad y la libertad.
Qué maravilla es para mí ver que creces, que te haces tan grande y majestuosa/o, que te superas. MI ORGASMO EXISTENCIAL ES VER TU FLORECIMIENTO.
A mí jamás me podrás superar porque nunca nadie puede superar a otro. La existencia nos ha tratado con respeto haciéndonos únicos e irrepetibles. Cada ser humano es divino cuando florece; y cuando eso ocurre aporta su propia belleza, esa que trae y es inconfundible.
Alberto José Varela