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LA OSADIA DE QUIENES HABLAMOS EN PÚBLICO. ¿Qué sentido tiene la neurosis de dirigirnos a otros mediante la palabra escrita o hablada?

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¿QUE TENGO QUE DECIR A LOS DEMÁS? ¿DE DONDE SALE LA NECESIDAD DE ESCRIBIR O HABLAR A OTROS?

Una desafiante reflexión para los que hablamos en público y escribimos para muchas personas.

Los humanos nos comunicamos de muchas maneras entre nosotros a nivel individual, mantenemos diálogos y mensajes escritos o de voz, pero hay una forma que es digna de observar: cuando alguien habla o escribe para muchas otras personas. La oratoria y la escritura son herramientas que manejan gran poder sobre otros, y sobre uno mismo.

Ser escuchado o leído es una de las causas más importantes del engrandecimiento del ego, porque el ego es exactamente lo que lo demás piensan, en este sentido mi ego es en gran medida lo que mis oyentes y lectores piensan de mí, por tanto tengo que tener mucho cuidado con lo que digo o escribo porque con la percepción que me llegue de ti estaré fortaleciendo o debilitando mi ego.  Por eso afirmo que mi ego no es mío sino tuyo, porque está en tus manos, tú tienes el poder de hacer que mi ego se agrande o disminuya, según lo que esté produciendo en ti aquello que estoy escribiendo.

Cuando la gente me escribe para felicitarme o agradecerme, mi ego reacciona muy satisfactoriamente, cuando es para criticarme o descalificarme mi ego se siente herido.  Lo más interesante de esto es haber comprendido que yo no soy mi ego. Más allá de mi ego he descubierto algo mucho más profundo y poderoso que habita en mí y que trasciende los estímulos externos; me refiero a mi consciencia. Esa parte de mi que me permite observar con objetividad lo que soy, lo que no soy, y el proceso en el que me doy cuenta de lo que no soy hasta llegar al momento en que me doy cuenta de lo que soy.  Poder observar es puro poder.

LA ABSURDA HISTORIA DE HABLAR Y ESCRIBIR

Llevo décadas dando conferencias y escribiendo. La comunicación ha pasado a ser la actividad más notoria en mi vida.  En mi blog he escrito más de 500 artículos en los últimos 3 años, pero la mayor parte de lo que he escrito aun no lo he publicado; he dictado más de 200 conferencias en los últimos 10 años; actualmente cada semana estoy en contacto con gente que me escribe y con gente que viene a retiros o convenciones a las que les doy charlas sobre diferentes temas relacionados con la evolución interior. Si tengo tal actividad comunicativa se supone que debo tener algo para decir, compartir o entregar, o bien tengo una enorme necesidad de tener protagonismo. Quizá haya ambas cosas. Las dos provienen de la misma raíz: mi yo. El yo inferior y el yo superior.

Al contarte esto, lo primero que me viene es una gran carcajada, porque puedo ver la infinita neurosis que me posee de querer comunicar a otros.  ¿Desde que yo lo hago? ¿Cuál es el sentido? Para mí está muy claro, y desde hace mucho que me di cuenta, que si no expreso lo que siento y lo que comprendo puedo llegar a reventar como una bomba. Puede que este reflejo verborrájico me esté salvando la vida, pero si además este acto está aportando algo a alguien, me parece estupendo. De hecho que cuando veo y oigo los videos que me filman puedo comprobar lo liberador que es para mí hablar y escribir para otros, y de paso constatar que lo que estoy emitiendo es un contenido que puede ser útil para otros. A veces me veo ridículo, a veces me da vergüenza verme, otras veces me veo y escucho como si el del video fuera otro y logro aprender cosas de mí mismo. En fin, la tarea comunicativa tiene muchas vertientes tanto neuróticas como psicóticas, es como si se entremezclara lo humano con lo espiritual en el mismo acto; siento que al dirigirme a otros estoy jugando a explorar la potencialidad y la limitación, tanto mía como la de todos. Es una tarea altamente evolutiva, sobre todo si puede ser observada desde la objetividad de la consciencia.

“Al comunicar estoy dentro en un acto evolutivo que va más allá de lo que puedo comprender”

Por eso me dedico este escrito a mi, para reflexionar sobre mí mismo, y quizá de paso esté entregando un material que pueda inspirar a otros, ya sea a escribir, a hablar en público, a callarse para siempre o a dejar de escribir hasta que no se entre en la consciencia de la responsabilidad que tiene la comunicación.

Estar ante un público cautivo de las palabras que voy a expresar es un momento de tremenda responsabilidad.  Llevo muchos años tomando consciencia poco a poco de lo que supone hablar a otros, sobre todo cuando esos otros son muchos y están todos juntos en silencio escuchándome.  En ese momento me pregunto ¿Quién soy yo para estar aquí hablándole a otros de cosas que supuestamente yo sé y ellos no saben? O ¿qué me mueve a transmitirles, animarles, motivarles o aclararle asuntos de sus vidas?   Hay varias respuestas y todas provienen del mismo punto: el dialogo entre lo que soy y lo que no soy.

LA NEUROSIS DE DISERTAR, LA RIQUEZA DE INTERCAMBIAR IDEAS:

Dirigirnos a grupos de personas es un acto de coraje y atrevimiento pero también tiene implícito ciertos pensamientos que tenemos de nosotros mismos y de los demás. Por lo general se puede apreciar en quienes lo hacemos una cierta arrogancia, como si los otros fueran ignorantes, infelices o inconscientes; es una neurosis muy camuflada y está escondida detrás de un acto tan común y corriente dentro del ámbito espiritual, terapéutico y de desarrollo humano; parece como si cualquiera –incluso profesionales, científicos, eruditos o maestros- pudieran decir cualquier cosa para ayudar a otros, para enseñarles, informarles o para aconsejarles; pero ¿Quién está realmente cualificado para escribir o hablar a otros cuando se trata de aspectos humanos, psicológicos, filosóficos, espirituales, sociológicos o místicos?  ¿Es suficiente saber hablar en público o saber escribir? Esto es algo que se descubre en el mismo proceso en el que se encuentran los que hablan y los que escuchan, los que escriben y los que leen. Allí es cuando se puede apreciar la intención de emisores y receptores y el sentido de la comunicación que mantienen, cuando se encuentran y se reconocen. Cuando hay conexión entre las partes se crea un vinculo comunicativo, este es un puente por el que transitará muchas cosas que tienen sentido para ambos. Estamos ante una práctica cuyo origen proviene de la historia humana y que ha producido un elevado impacto en la transmisión de conocimientos y que ha servido como herramienta de sanación.

Es tanta la gente que necesita escuchar, entender y aprender que hay un gran mercado mundial de personas dispuestas a introducir información en su cerebro, con la fantasía de que cuanto más conocimiento acumulen más posibilidades van a tener o más seguros se van a sentir.  Otros tienen la creencia que cuanto más escuchen o lean mas van a saber o que van a ser mejores personas; y otros lo hacen para luego repetirlo como loros a otros.

En muchos casos se practica buscando atraer, seducir, convencer para engordar el ego o satisfacerlo. Los que más triunfan son aquellos que manejan un volumen importante de carisma, gracia, encanto y, en último lugar, un poco de contenido.  La profundidad y la originalidad también llama la atención de mucha gente que está pidiendo ser tocada en el fondo cuando escucha o lee. Este es un grupo creciente, un nuevo tipo de oyentes y lectores que tienen muy claro que si no se les mueve algo adentro es porque no han recibido nada o han perdido el tiempo.  Es algo que me ocurre, busco profundidad en la comunicación, lo observo incluso en mi mismo cuando me oigo o me leo, si yo no me sorprendo y no me acaricio por dentro con mis propias palabras es imposible que lo pueda logra en otros.

Desde hace un año hemos comenzado a grabar las clases de Escuela Consciente que dicto casi cada semana en diferentes países.  Por tanto es inevitable que en algún momento me detenga a ver dentro de mi qué es lo que estoy haciendo, desde donde lo estoy haciendo, y cuál es el propósito de todo lo que hago en el ámbito de la comunicación con otros. ¿autoanálisis, autoconocimiento u observación?

Quizá he escrito todo esto, con apariencia de autoreflexion para decir solo eso, que el manjar más exquisito de esta vida es mirarnos hacia adentro sin ninguna identificación, poder ver  lo que hacemos, poder echar una mirada a nuestras actividades sin ningún rastro de rechazo ni autocritica sino solo observando.

Recuperar la inocencia en la mirada hacia uno mismo es alcanzar la más poderosa medicina para el alma.

Es notable como las palabras sirven para conducirnos a reflexiones que pueden inspirarnos, motivarnos, descubrirnos y hasta sanarnos, yo les llamo PALABRAS ENTEÓGENAS, porque pueden expandir la consciencia de quien las utiliza tanto como de quien las consume. La comunicación humana maneja un tremendo poder, ya sea para evolucionar como para involucionar, para liberar o para dominar.

¿QUE TENGO QUE DECIR A OTROS?

Absolutamente nada, a no ser que la situación me lo pida o que me pregunten. Entonces ¿Por qué he escrito todo esto?  Porque hay una circunstancia que me permitió observarme a mi mismo y en la que me he dado el lujo de preguntarme muchas cosas.  Estoy ahora ingresado en una clínica médica durante varios días por un problema de salud.  ¿Qué mejor oportunidad para echar una mirada por dentro? Y en este acto utilizar palabras para expresarlo y expresarme, para mostrarme y mostrarte, que hay momentos y circunstancias que tienen escondida el gran secreto del autoconocimiento, y son esos en los que de repente la soledad, el dolor, o un entorno determinado, nos ponen de frente a nosotros mismos.

Cuando me sobrevino el dolor en la vesícula y páncreas acababa de recibir una noticia de que un amigo que amo estaba en situación complicada. Anoche cuando me ingresaron tenía un dolor tan intenso que lo único que se me ocurrió es decir SÍ. Entonces respiré profundamente, me metí adentro y observé.

Por eso mi frase favorita: “El ser humano evoluciona cuando se mira adentro”

En lo que a mi respecta estoy observando y en observación medica.

Ahora eres tu quien está adentro… de ti.  Te tocará observarte.

Alberto José Varela

[email protected]

Del lunes 29 al miércoles 31  realizo un retiro GRATUITO de Escuela Consciente en mi casa de Madrid.

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Alberto José Varela

Fundador de empresas y organizaciones; creador de técnicas, métodos y escuelas; autor de varios libros. Estudiante autodidacta, investigador y conferencista internacional, con una experiencia de más de 40 años en la gestión organizacional y los RRHH. Actualmente crece su influencia en el ámbito motivacional, terapéutico y espiritual a raíz del mensaje evolutivo que transmite.

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