UNA EXPRESIÓN QUE DA ORIGEN A LA TRANSFORMACIÓN.
Expresar: “No soy” es como liberarse a sí mismo de la prisión del condicionamiento para comenzar a comprender el misterio.
Cuando Abrahán se encontró con una presencia divina en una montaña, al entrar a la cueva de donde provenía esa voz potente, preguntó: ¿Quién eres? Y esa voz profunda respondió: SOY EL QUE SOY. Judíos y cristianos han denominado “DIOS” a esa presencia, pero era la voz de la consciencia. Incluso la biblia relata que Abrahán solo vio luz en el lugar de donde provenía esa voz.
No importa si ese texto bíblico es una fábula o un relato que expresa la interpretación de un hombre que tuvo un encuentro enteogénico con su propia divinidad -lo menciono porque es uno de los textos más significativos que he encontrado en la Biblia-. Dios no puede decir “SOY DIOS”. La cagaría para siempre y dejaría de serlo. Si yo dijera SOY ALBERTO, también la cagaría porque usaría un nombre para definir lo que soy. Si tú, en este momento dijeras: “SOY LECTOR, SOY BUSCADOR, SOY UN ALMA DIVINA”, también estarías cagándola porque te encerrarías dentro de una limitación. En primer lugar, tú también eres escritor, eres lo que buscas y eres humano; y en segundo lugar, ninguna de las dos partes son la totalidad de lo que eres. Soy escritor, soy lector y soy mucho más que esas dos partes.
Cuando comenzamos a asociar lo que los otros nos dicen con nuestra manera de ser, es cuando los humanos construimos nuestra identidad y por consecuencia nuestro ego. El ego capta las percepciones del entorno para ver como construye una manera de ser estable y coherente que pueda ser presentada en sociedad. Aunque el ego sea una chapuza improvisada y tenga mil averías o problemas esenciales, es muy sano reconocer que el ego es Dios (o la parte divina en nosotros), operando en un plano humano, material, carnal, tratando de dar una apariencia equilibrada a los otros. El ego representa a la divinidad, buscándose la vida para interactuar con la ilusión, por eso necesita consolidar una identidad que en principio la definimos con el: “yo soy Alberto, yo soy escritor, yo soy padre, etc”. Así el ego cree ser alguien (aunque en realidad no es nadie porque nadie existe). Pero esa sensación de existencia es lo que le da consistencia para interactuar dentro del profundo sueño en que estamos metidos.
El temperamento, el carácter y la imagen, son compañeros del ego, pero la identidad es un punto nuclear. El temperamento puede fluctuar, el carácter puede variar, la imagen puede cambiar, pero la identidad es algo encriptado en el psiquismo a través de un proceso de identificación que nos limita y encierra en una horrible cárcel, que a su vez, nos hace sufrir por no poder manifestar lo ilimitado e infinito que somos.
Cuando comenzamos a darnos cuenta de ello, (ya sea porque leemos literatura que nos hable del YO SOY), podemos comenzar a comprender que no somos algo limitado, sino que es algo muy poderoso, indescriptible e indefinible. La expresión más contundente sería: “YO SOY EL QUE SOY”. Imagínate si te preguntaran: ¿Quién eres? Y tú respondieras: “Yo soy”, o “Soy”, o peor aun: “Soy el que soy”. Seguramente pensarían que estás loco.
Acceder al misterio de lo que somos supone haber desarrollado un poco de locura. Una locura en la que la mente es la que tiene todo el poder desde aquello que conoce y entiende. Justamente la locura consiste en ir más allá de la mente y sus limitaciones. Escaparse de su tiranía, ya que nos obliga a definirnos según lo conocido, según lo que hemos visto, oído y percibido.
Como diría Darwin Grajales en su canción: “Estoy loco, pero me quiero quedar así”.
Ese punto de locura que desarrollamos los que buscamos ir más allá de las limitaciones, es el que nos permite indagar en lo profundo y desconocido, porque la intención es adentrarnos en el misterio de lo que somos. Para ello resulta fundamental pasar por el NO SOY. Si antes decía: “yo soy Alberto”, ahora digo: NO SOY Alberto, porque NO SOY un nombre. Antes afirmaba: “soy escritor”, ahora digo: me gusta escribir. Porque NO SOY lo que hago. Y así lo podemos hacer con todas las identificaciones que pudiéramos tener. Para llegar a este estado de comprensión debemos formularnos la pregunta: ¿Quién soy? Es la pregunta que hago cuando practico la NO-TERAPIA, un método que he creado para denunciar públicamente la mentira de lo que creemos ser.
Muchas personas que han entendido que no son un conjunto de apariencias afirman: “Soy luz, soy amor, soy el cosmos, soy consciencia, soy el todo, soy dios”. Suena muy bonito y elevado, pero este artilugio no sirve para liberarse de la identidad porque, aunque tengas sofisticadas y espirituales identificaciones, ellas también crean una identidad, como es el caso del ego espiritual que está identificado con los aspectos más elevados, con la consciencia y el entendimiento (superficial) de lo que somos. Para profundizar e ir más allá no nos podemos quedar en las afirmaciones de lo que somos, debemos comprender lo que no somos.
Resulta muy duro afirmar: “NO SOY”. Parece como que nos quedáramos vacíos, pero llevo más de 10 años meditando en esto y no encuentro otra salida al hecho de que estamos atrapados en la identidad -que no es sino el conjunto de apegos que creemos ser-. A esta liberacion le llamo “la gran fuga”, porque significa escaparnos de la mentira que somos.
UN SER HUMANO SE INICIA EN EL PROCESO DE TRANSFORMACIÓN CUANDO COMPRENDE QUE NO ES AQUELLO QUE CREÍA SER ANTES.
Poder afirmar de corazón y desde una consciencia despierta: “NO SOY”, produce un impacto profundo que llega hasta el mismísimo SER que habita dormido y olvidado debido a que ha sido sustituido por el ego, esa copia falsa y con adornos, máscaras y disfraces del infinito misterio que nos posee.
Incluso el despertar de la consciencia depende en alguna medida de la comprensión de que no somos. NO SER, es el duro e intransitable camino para muchos de nosostros, camino que nos puede conducir a quienes seamos valientes y arriesgados, a lo más profundo del misterio.
Alberto José Varela
PRIMERA PARTE:
https://albertojosevarela.com/yo-soy-las-dos-palabras-mas-contradictorias-e-incompatibles-del-lenguaje-humano/