cambiarlo todo

LA DESAFIANTE PROPUESTA DE CAMBIAR LA REALIDAD.  ¿Quieres abrirte al milagro? La vida, las circunstancias, las personas y lo que sentimos  puede dar un giro sorprendente.

DETRÁS DE LA INCREDULIDAD RESPECTO AL CAMBIO ESTÁ ESCONDIDO EL NÚCLEO DE LA ESCLAVITUD PSICOLÓGICA.

Recuperar la confianza es el duro golpe de la consciencia a la esencia de la problemática humana.

 

No hay ningún tema o situación que no esté relacionado con la posibilidad de cambiar, por tanto si queremos abordar la solución a cualquier problema, o el desarrollo de cualquier capacidad lo deberíamos hacer desde la óptica de la confianza que tenemos en que es posible el cambio, incluso que es posible cambiarlo todo. Por otro lado, desde el poder que tiene el condicionamiento hay que tener en cuenta la tremenda importancia que tiene la desconfianza para poder sostener la fantasía de que nada puede cambiar.

Vamos a ver hasta qué punto puede aguantar la resistencia al cambio cuando la consciencia saca a la luz el complejo entramado en el que está sustentado el estancamiento de los procesos de evolución y sanación. La única herramienta con la que cuento en este acto para realizar esta operación es la palabra.

En estos últimos días he recibido comentarios de algunas personas acerca de otras en la que afirmaban: Con tal o cual persona… “NO HAY SOLUCIÓN”,  “NO VA A CAMBIAR NUNCA”,  “NO HAY NADA QUE HACER PORQUE ACABARÁ MAL”.  Estas afirmaciones llegaron contundentes activando una alerta en mi consciencia, aunque no me movieron ni pudieron entrar a mi núcleo interno, sino que apenas me acariciaron interiormente -porque no tengo este pensamiento acerca de los otros ni de mi-,  pero reconozco que me generó interés sumergirme en la posibilidad de vivir aunque sea un momento o unos días con ese tipo de pensamientos para experimentar desde adentro lo que se siente. Entonces introduje ese pensamiento como si fuera una aplicación del teléfono que la he bajado para ver cómo funciona.  En unos pocos días comencé a sentirme muy mal, desanimado, inestable, enojado, desesperanzado y sin ganas de hacer nada, sin rumbo y sin confianza en ninguna persona ni ningún proyecto; luego de unos días, al salirme de esa aplicación observé lo ocurrido en mi; dado que utilicé ese pensamiento transitoriamente para hacer una emulación interna de cómo se siente y vive la vida desde esa creencia, pude deshacerme inmediatamente cuando acabó el experimento.  Lo primero que comprobé es que cuando piensas eso atraes personas que también lo piensan y situaciones que te lo confirman. Lo segundo que vi es que la esencia de ese pensamiento es la destrucción, en sus raíces hay elevados niveles de juicio y rechazo que se transforman de una desaprobación: “nada se puede cambiar, todo seguirá siendo así, por tanto lo único que puedo hacer es criticar y destruir”. Luego profundicé y vi que en el fondo este pensamiento produce una esclavitud al determinismo. Si no hay nada que hacer para cambiar entonces todo ya está predefinido por un destino que ni conocemos ni podemos cambiar, solo podemos resignarnos y sufrir.  Es una auténtica crucifixión que inevitablemente nos condena a vivir en el control.

LAS DOS VERTIENTES DE LA DESCONFIANZA:

Una de las creencias más nocivas para la evolución de un niño es que se le implante la idea negativa del cambio.  Esta idea tiene dos vertientes, una esta creada para producir miedo, se implanta la idea de que el cambio es peligroso, que si cambias te van a rechazar, que cuando cambias puedes perderlo todo, etc.  Se demoniza el cambio para que al niño no se le ocurra cambiar nada nunca, o para que si algún día lo considere, que se le active el miedo a hacerlo. La otra vertiente de esta idea es mucho más letal, está creada para producir incredulidad, y consiste en repetirle de mil maneras y formas posibles: “el cambio no es posible” “la gente no cambia” “nadie puede cambiar” “no hay solución” Para sostener estas dos vertientes de energía involutiva es imprescindible desconfiar. La incredulidad es la semilla de la desconfianza, que comienza hacia otros y hacia la vida pero siempre acaba regresando hacia el que desconfía, desconfiando cada vez más de sí mismo.

Proyectar la imposibilidad de cambiar en otros es la anulación de la propia capacidad de cambiar y confiar. Cada vez que miramos a otro y pensamos: “Este no va a cambiar nunca”  estamos diciéndonos a nosotros mismos: “Yo no voy a cambiar nunca” “Yo no voy a confiar jamás”

La verdad es que en cualquier momento de la vida se puede cambiar todo. Tanto lo externo como lo interno. De hecho que la evolución es una gran transformación interna, es la adaptación interna a los cambios externos para poder sobrevivir; todo el entorno está cambiando continuamente y por tanto debemos cambiar constantemente para estar acorde con lo que las situaciones nos exigen. Pero estos cambios se realizan de manera tan natural que ni siquiera nos damos cuenta.  De hecho que cuando acabe de escribir este artículo voy  ser otro del que comenzó a escribir unas horas antes.  Tardo de 4 a 6 horas para escribir un artículo de dos a tres páginas, pero el proceso mismo de escribir me confronta e impulsa a hacer cambios dentro de mí,  porque de no hacerlo no podría sacar lo que quiero comunicar.  La vida es en sí misma un proceso de cambios; crecemos, envejecemos y cambiamos infinitas cosas de nuestro cuerpo, pero las ideas que han sido implantadas en nuestra mente no cambian, como si fueran intocables, están ahí instaladas con la pureza original sin haber hecho ningún cambio; la única idea implantada de niños que he detectado que va cambiando y evolucionando haciéndose más fuerte y resistente es la idea de que no es posible el cambio; esa idea va desarrollándose adquiriendo más consistencia y fuerza, por eso cada vez tiene más argumentos para demostrarlo. Para poder sostenerla es fundamental desconfiar y vivir en el control. En el momento en que se confía y permitimos que todo fluya, el cambio comienza a actuar de manera natural. En realidad la desconfianza es puro control, y la confianza es soltar el control para dejarnos llevar.

La idea de que no se puede cambiar se va refinando, hasta que llega a un punto que para no parecer tan evidente, se orienta selectivamente hacia afuera, dirigiéndose a algunas personas que parecen no tener solución, como si hubiera personas que tienen problemas que no se pueden resolver, o que tuvieran un temperamento o carácter o forma de ser que no puede cambiar.  Quien emite esa sentencia está proyectando un deseo secreto en el otro porque en algún punto le rechaza. Si aceptaras a otra persona, en primer lugar no le quisieras cambiar; y en segundo lugar, le apoyarías y ayudarías a hacer los cambios que se propusiera. En realidad no se proyecta la idea de la imposibilidad del cambio sino el rechazo que se tiene hacia esa persona. Hay que tener en cuenta que todos los traumas están guiados por el rechazo, surgen del rechazo y acaban en el rechazo.  Por tanto, lo que rechazamos no puede ni debe cambiar, porque si cambiara correríamos el peligro de tener que aceptarlo. Desconfiando de su capacidad de cambiar le castigamos condenándolo con la sentencia: “NO VAS A CAMBIAR NUNCA”.  El rechazo está asegurado.

Rechazamos a los negros, a los inmigrantes, a los políticos, a los gordos, a los blancos, a los enfermos, a los ignorantes, a los pobres, a los débiles, a los que tienen otra sexualidad que no sea la “normal”, a los hombres o a las mujeres, y sobre todo a los que son diferentes a nosotros. Y con cualquier tipo de rechazo estamos evidenciando que la herida del rechazo está viva en nosotros. La manera más soterrada que tiene el rechazo de dirigir la vida de una persona es a través de la desconfianza, y esta a su vez debe transformarse en incredulidad hacia todo tipo de posibles cambios. Rechazo, incredulidad y desconfianza son una poderosa sociedad al servicio de la enfermedad psicológica.

Estamos ante uno de los temas más profundos que concierne a la sanación humana. Y es el tema más delicado y complejo que abordamos en nuestra Escuela Consciente.

“NO QUIERO CAMBIAR PERO QUISIERA QUE MI VIDA CAMBIE” No querer cambiar algo es una de las patologías más extendidas en el mundo, pero detrás de esa idea enfermiza está el ardiente deseo de que todo cambie porque estamos hartos de siempre lo mismo o de seguir sufriendo por los mismos motivos. No querer cambiar es estar identificados con la idea de que no se puede cambiar. Querer que la vida cambie es expresar de alguna manera lo que el alma anhela para poder manifestarse. Atrapados en el querer y no querer cambiar entramos en un bloqueo que no nos permite movernos y en el que se activa la culpa y el auto-castigo.

“NO PUEDO CAMBIAR PERO ME ENCANTARÍA QUE TODO CAMBIE”. Asegurar que no se puede cambiar es una de las proyecciones más destructivas del condicionamiento. Para poder asegurar que no es posible el cambio se tiene que haber construido un programa muy sofisticado instalado en la mente y que niegue por completo las evidencias de que todo está cambiando. Ese programa proviene de la infancia, de los padres y la sociedad, porque si lo que se apoyara fuera la idea del cambio, surgirían generaciones que lo cambiarían todo.

En ese punto de resistencia al cambio se requiere realizar dos transformaciones básicas para poder continuar el posible camino del cambio; una es cambiar la idea de que no se puede cambiar, y otra es cambiar la idea de no querer cambiar.  El cambio de las dos ideas fundamentales que detiene la evolución interna del ser humano son los dos cambios más complicados de hacer, porque la creencia del no cambio está profundamente arraigada en la mente y protegida por todo tipo de resistencias.

Es emocionante ver y comprobar en uno mismo y en otros que el cambio es posible, que aquello que te daña o hace sufrir puede ser demolido por el poderoso efecto de una consciencia que se abre a la comprensión. Cuando se abre el corazón fluye el amor y entonces todo comienza a transformarse mágicamente, es la experiencia más parecida a lo que llamamos milagro. Es poder comprobar que lo imposible no era imposible sino que era una percepción aparente creada por la desconfianza, un momento de inconsciencia nada más, porque cuando surge esta energía sanadora de transformación se puede apreciar que todo es auténticamente posible. Es vivir en el milagro.

A cada uno de los casi 200 colaboradores de Inner Mastery, a los alumnos de nuestras escuelas y a todos los participantes a retiros les invito a vivir ahí; es la gloria bendita, el paraíso más precioso que podamos conocer en esta vida.

 

Alberto José Varela

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Alberto José Varela

Fundador de empresas y organizaciones; creador de técnicas, métodos y escuelas; autor de varios libros. Estudiante autodidacta, investigador y conferencista internacional, con una experiencia de más de 40 años en la gestión organizacional y los RRHH. Actualmente crece su influencia en el ámbito motivacional, terapéutico y espiritual a raíz del mensaje evolutivo que transmite.

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