SEÑALES DE UN FINAL:
La actitud que adquirimos cuándo nos llega la hora de saltar determina que ese momento de cambio pueda o no dar lugar a un nuevo inicio.
Muchos se preguntan “¿qué es la transformación? ¿cómo sé cuándo estoy en un proceso de transformación? ¿cómo podré saber si me está sucediendo? ¿Es lo que realmente quiero?” Si dudas, es porque seguramente no haya llegado el momento en el que la Transformación haya llamado a tu puerta, pero también es posible que sí lo haya hecho, incluso repetidas veces, pero que la actitud que has tomado en ese momento no haya permitido que sucediera lo que podía suceder. A veces porque no estamos listos para oír semejante llamada, otras veces porque no somos capaces de percatarnos de que nos llegó el momento y otras veces porque tememos dejar atrás tantas cosas de las que estamos apegados e identificados.
¿Alguna vez te ha venido esta expresión?: “QUE NO QUEDE NADA”; si fuera así, es porque estás ante una oportunidad, la de atreverte a cruzar el umbral del punto final permitiendo que todo se pulverice.
LA TRANSFORMACIÓN COMO ENERGÍA EVOLUTIVA:
La energía de la Transformación puede llegar de muchas maneras. Para la mayoría de nosotros, suele manifestarse a través de momentos de auténticas crisis, cuándo todo se tambalea, cuándo toda la estructura de vida que teníamos cuidadosamente montada hasta ese momento –familia, pareja, trabajo, amigos, creencias, opiniones, pensamientos, acciones– empieza a derrumbarse. Puede ser una bancarrota, que nos pone frente a la posibilidad de vivir sin la seguridad o estabilidad económica con la que nos habíamos rodeado; puede ser el fallecimiento inesperado de un ser querido, un hijo o un familiar cercano, una pareja que nos abandona, un accidente; puede ser perder un trabajo al que nos daba la seguridad de sostener la imagen de ser alguien en la vida; puede ser una ruptura sentimental que nos dispare los miedos escondidos; puede ser una enfermedad crónica, mortal o grave, ya sea nuestra o de alguien muy querido.
Como si nos llegaran situaciones que nos hablan de la muerte de algo, de alguien o de una parte de nosotros, y detrás de cada momento en que conectamos con el final de una etapa surge la posibilidad de morir a ello sin haber vivido lo suficiente…
También es posible que pueda suceder de forma espontánea, que simplemente un día uno se de cuenta de que no está viviendo en consonancia con su alma y por tanto decide cambiarlo todo; o que de repente se comprende que cada decisión está siendo guiada por los miedos, la culpa o el condicionamiento, entonces se da el salto de manera abrupta. Algunos maestros llamaron a este fenómeno de salto cuántico y sin previa preparación: despertar súbito. Parte de ellos afirman que no es necesario pasar por el dolor para abrir las puertas a la transformación. La verdad es que yo no lo sé si eso es así, supongo que es posible que la Consciencia te penetre y tu te dejes penetrar sin que nada tenga que venir a derrumbar tu muro personal. A mi no me ha sucedido así, pero me ha sucedido y eso es lo importante. Que me ha sucedido a mi, y que ojalá a otros les pueda suceder en menos tiempo, sin estar desoyendo las insistentes llamadas de la vida a hacer una gran renovación.
Todas son posibilidades dentro de las cuáles te puedes reconocer en este momento.
La situación transformadora sólo es una llamada porque reconocemos que estamos en un momento en el que ha sucedido algo que puede ser una oportunidad de transformación, y además, no te garantiza nada. La transformación no sucede porque estés metido en una situación transformadora, aunque sea muy tentador para la mente pensar que, por estar en una situación de crisis como las que menciono antes, la transformación ya ha sucedido.
La situación no transforma. La actitud ante la situación es la que contiene todo el potencial de transformación posible. La actitud es el espacio-tiempo en el que interviene la tecnología de transformación. No la experiencia.
La situación es sólo el mensajero, la llamada a la puerta. Incluso es posible que le abras la puerta a la situación, que no te resistas, que no te refugies en el auto engaño, o que no tengas siquiera la posibilidad de hacerlo.
Aún así, nada ni nadie nos garantiza nada.
BENDITO CLAMOR DEL ALMA: “QUE NO QUEDE NADA”
Si, antes una situación transformadora, te das cuenta, puedes adoptar esta actitud de “que no quede nada”: abrirte a que no quede nada del mecanismo ni de la estructura desde los que venías manejándote hasta ahora, rasgarte todas las vestiduras para quedarte desnudo, vulnerable, abierto, sin red de seguridad, sin ningún lugar al que aferrarte para pensar que es posible que las cosas vuelvan a ser como antes. Cualquier intento de salvarte, sólo te va a permitir reconstruirte sobre tus propios escombros.
Si podemos adoptar el coraje de la actitud del “que no quede nada”, acabaremos por darnos cuenta que, en este acto, aparece la oportunidad de vaciarnos de todo. De toda nuestra historia, de nuestro pasado, de lo sucedido – estamos listo para recibir lo nuevo.
Sin esta actitud del “que no quede nada” corremos el riesgo de que una pequeña célula cancerígena sobreviva. Una pequeña célula madre, aferrada a cualquier rincón, invisible, inocua, silenciosa… esperando solamente el momento de reorganizarse, pero de una forma aún más sofisticada que las anteriores, para crear una nueva estructura más refinada, sobre exactamente los mismos cimientos que la anterior.
El “qué no quede nada” es la auténtica rendición ante la Vida, permitir que entre en mi, en ti, para llevarse por delante todo lo que deba llevarse. Y retornar, una y otra vez, para que el barrido pueda ser lo más completo posible. Ante esta actitud, el barrido cada vez será menos devastador y más profundo, hasta que no queden ni las migajas de la estructura sobre la que antaño construía mi vida.
RECONOCIENDO EL UMBRAL DE LA TRANSFORMACIÓN
Es posible que reconozcas el momento en el que, en tu vida, esté sucediendo algo real, algo importante, algo que te hace sentir diferente, algo que te hace sospechar que nada volverá a ser igual. Es posible que incluso reconozcas: yo he estado aquí antes. Es posible que incluso te des cuenta de que, la vez anterior, no te habías rendido por completo a lo inevitable, que habías resistido, aferrándote a cualquier fleco que estuviese disponible. El más mínimo te pudo haber servido, o tal vez no te permitiste perder la esperanza de poder sobrevivir. Cuando pierdes toda la esperanza de supervivencia, la Vida viene en tu ayuda, te rescata de ti mismo y te conecta con la para que, en cada inhalación tuya, puedas sentir a la Vida exhalando dentro de ti, protegiéndote para que puedas completar tu camino. Ese momento se inicia cuándo piensas por primera (o enésima vez): “no puedo seguir así” “estoy harto” “no aguanto más” “no quiero volver a pasar por esto, otra vez”
Si puedes reconocer que algo se está repitiendo, por favor, no lo dudes: abre la puerta de TU vida y permite que sea LA Vida quien atraviese el umbral, permite que entre en ti, abre todas tus puertas y ventanas, permítete ser completamente atravesado por la energía de la transformación que es inherente a la vida en sí misma. Puede que tarde un tiempo, puede que incluso parezca a veces que nunca se termina, o que ya ha terminado. Confía, ten paciencia, inhala Vida, exhálate a ti mismo.
LA MAESTRÍA EXTERIOR – RECIBIR EL APOYO PARA SALIR DEL YO
En estos momentos de crisis, se vuelve inestimable estar rodeado de personas que tengan esa capacidad de apoyar. No precisamente de apoyar la supervivencia, si no de apoyar la destrucción total de lo que no eres, que es lo que realmente se debate: querer salvar la parte de nosotros que siente amenazada su supervivencia, que no es precisamente el Ser, que ya sabe que es eterno e indestructible. No que lucha por la supervivencia es justamente, todo lo que no somos. No para proteger los resquicios de un Yo que agoniza, si no para compasivamente sacar la lanza que tapona la herida y permitir que se desangre del todo, sosteniendo con amor todo el proceso.
El apoyo exterior es el gran tesoro, es el secreto que nunca te han contado, lo que nunca pensaste que podía ser posible: dejarte caer al infinito de la disolución, acompañado por personas que van a estar ahí cada paso del camino, cada pulsación, cada recidiva, para ayudarte a completar la quimioterapia de la Consciencia.
Yo sola, no hubiese podido. Seguiría luchando por la supervivencia, viendo como mi propia estructura, mi propio yo, mi propio condicionamiento, se seguía reconstruyendo, una y otra vez. Tal vez, si tu te abres a pedir el apoyo y la ayuda de un maestro temporal exterior a ti, puedas tardar menos tiempo del que estoy tardando yo en liberarme de mi.
Laura Torrabadella
Directora del Centro de Estudios Evolucion Interior