ACCEDIENDO AL MISTERIO.
Una visión delirantemente liberadora de la realidad y de la existencia.
Estoy en una Suite muy grande del piso 27 de un hotel 5 estrellas en Santiago de Chile. Encerrado desde hace 48 horas dentro de mí mismo, solo con música y mi ordenador, escribiendo. Hoy tengo que dar una conferencia a un grupo de personas interesadas en el trabajo de Psicoterapia y Ayahuasca. Mi proceso interno, es más o menos como el de todo ser humano, acerca de lo que yo experimento dentro de mi mismo puedo compartir que lo vivo con la lucidez que me da la consciencia, y con un sentimiento de amor infinito.
Estoy descubriendo que existe una red secreta de caminos por los que sólo se puede transitar habiendo despertado. Puedo hablar de ello porque no sé cómo hacer para volver a dormirme otra vez. Hago lo imposible pero no puedo. He visto y comprendido la ilusión. No hay vuelta atrás. El despertar de mi consciencia y la apertura de mi corazón al amor me llevan a comprensiones que me resultan complicadas de asimilar. Me rindo, entro en silencio, me emociono, el tiempo desaparece, y de repente estoy en un viaje infinito. (y no he tomado ni un gramo de ninguna sustancia)
Accedo a esa red secreta de caminos por la que se puede llegar a cualquier lugar y por la que se puede acceder a cualquier momento; pero siento que se necesita un gran coraje y una determinación implacable para adentrarse en situaciones desconocidas, para visitar espacios en los que jamás nos hemos asomado, y que, aunque producirán sensaciones inigualables, generan tal incertidumbre y descontrol en los sentimientos, que sólo la consciencia y el amor pueden orientarme para continuar.
Una de las grandes limitaciones humanas es que las sensaciones que experimentamos son conocidas, no nos atrevemos a indagar en nuevas sino en reproducir las que ya conocemos. Nos dedicamos a repetirlas una y otra vez durante toda la vida sin poder saltar al rango de sensaciones desconocidas y sorprendentes, las que le dan sentido y profundidad a la vida.
Quienes se abren al AMOR en realidad abren el corazón al misterio, porque el amor es un camino infinito e imaginable, es fundamental aprender a amar de nuevas maneras, en la que haya compasión, incondicionalidad y comprensión. En las que no falte el compromiso, el respeto y la entrega. En las que la confianza, la sinceridad y la confianza sean indisolubles.
¿Cómo explorar lo desconocido estando dormidos? ¿Cómo acceder al misterio si aun no vemos la ilusión?
Un ejemplo de la vida cotidiana: Las formas en las que creemos que se puede acceder, conocer y amar a otras personas están limitadas por las creencias que nos han implantado y por los impulsos inconscientes que nos dominan. Nos quedamos en la superficialidad del erotismo y la sensualidad; atrapados en la necesidad de ser queridos, apegados a la limitada sensación de estar acompañados; anclados en la obsesión de ser correspondidos. Si pudiéramos levantar la mirada para ver que más allá del alcance de nuestra imaginación hay un infinito espacio de posibilidades de amar. Y que cada paso que se da en esa dirección produce una expansión natural de la consciencia.
Aceptar, comprender, perdonar, apoyar, inspirar, liberar, devolver, agradecer… son tantas las maneras de amar cuando somos conscientes de lo que cada cosa supone.
Es posible que quieras descubrir esos caminos para acceder a los lugares que te harán sentir que has llegado, es estar tan en el centro de la existencia como en los confines de su expansión, y a la vez. La sensación que se recoge estando en el nucleo y en la periferia es la de estar en casa, ser omnipresente, en conexión total con uno mismo/a y con el todo; pero no es algo que se pueda descubrir a través de un acto de la voluntad, por mera búsqueda ni por el esfuerzo o la inteligencia, sino por el hecho de haber despertado de la ilusión, de darnos cuenta que estamos dentro de un sueño, que nada de lo que parece real lo es.
Despertar es una parte. Amar es la otra parte. No puede faltar ninguna de las dos en la experiencia de vivir si queremos evolucionar.
La realidad mística, que por lo general creamos cuando nos creemos que hemos despertado, acaba siendo una psicosis cuando surge de la necesidad de escapar de la realidad que vemos y experimentamos a diario, porque utilizamos la espiritualidad para huir de lo que nos disgusta o de lo que no podemos asumir; pero cuando lo místico nace del ímpetu de sumergirse al núcleo de la esencia, de querer ver la cara oculta de la existencia que los ojos no pueden ver, entonces se nos revela un sinfín de realidades paralelas que constituyen la red energética que sostienen cada uno de los caminos hacia el misterio. Cada una de esas realidades no son reales. Son paredes de un mismo laberinto sin salida. Es el juego de los creadores de la ilusión.
Una de esas extraordinarias realidades místicas es el Amor. La energía de sanación es lo que guía a las personas que quieren que se manifieste en su propia vida la realidad del amor. El amor es una anomalía del sistema creador. Un error irreparable cometido a propósito por los programadores de toda realidad, o quizá un simple comando en las infinitas líneas de programación de la vida. Sea lo que sea, y lo defina de cualquier manera, el amor es lo que está guiando la expansión y la evolución de todo lo que se está creando.
A veces siento que el Amor es lo que ha creado todo, me refiero a absolutamente todo; pero otras veces percibo que el amor es el resultado espontaneo no previsto por una creación caótica y destinada a equivocarse, una fractura accidental, una grieta que se ha abierto en la esencia de núcleo creador, que ha separado al creador de lo creado, una grieta por la que todos los seres que existimos podemos salirnos de la relación de dependencia con la fuente, y con ello también liberarnos del orden, de la lógica, de la razón, para acceder al misterio.
El amor por toda la existencia y la consciencia del propio Ser son una misma cosa, dos caras de la misma moneda, y se complementan. Si solo eres consciente pero no amas, tu consciencia se contraerá, no estará viva ni activa hacia la evolución; sin amor la consciencia involuciona. Pero si amas y te olvidas de ser consciente, ese amor se convertirá en una adicción dañina para tu evolución. Cuando nos atrevemos a amar nos perdemos, no sabemos cómo transitar en espacios tan incontrolables, es así como mucha gente se frustra en el intento de amar y renuncian, volcándose a la consciencia, el polo opuesto. Pero al dedicarse únicamente a la consciencia se vuelven cerrados, fríos, insensibles, distantes, como si fueran ataúdes andantes. Sin amor la consciencia no puede florecer. Sin consciencia el amor no puede liberarte para llevarte al infinito.
La red entrelazada del amor y la consciencia, como las fibras más sensibles y profundas que nos constituyen, son la maya flexible, poderosa y expansiva por la que nos podemos lanzar al misterio. Y en ese salto cuántico, que parece hacia fuera, estaremos entrando a un espacio interno desde donde podremos vivir esta vida, aquí y ahora, en cuerpo y alma, en inocencia y pureza, y de una manera tal, que ya nunca más será necesario regresar, ni salir.
“Estoy en una Suite muy grande del piso 27 de un hotel 5 estrellas en Santiago de Chile” esta ha sido la primera línea de este artículo, y la puse a propósito al comienzo, para jugar con quienes antes de abrirse ya están emitiendo juicios.
Alberto josé Varela