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EL CONTROL. Crónica de un vagabundo espiritual (4ta parte) Cuando la confianza se transforma en fluidez

Del libro: Crónica de un Vagabundo Espiritual. 4ta parte  Febrero 2007

Hace 9 años que escribí este capítulo de un libro que nunca publiqué, que además es un capítulo abierto de mi propia vida, como si este capítulo se hubiera convertido en el libro de toda mi vida.

 

Es tanto el espacio que hay que explorar, es tan largo el camino por recorrer, es tan enorme la cantidad de conexiones que se pueden establecer durante una vida, es tan profunda la memoria que podemos recuperar;  que no hay otra opción que convertirse en un vagabundo dentro de la existencia, relajados en el fluir y confiados en la vida.

Cuando comencé a escribir esta crónica de mi propia vida supe que tenía que confiar, primero en mí,  y luego en la capacidad de cada una de las personas que lo leyeran, sobre todo capacidad para ver detrás de las palabras, capacidad de atravesar un momento de lectura sin pensar.

Afirmo que la experiencia de volar es posible para cada uno de los seres humanos; ha sido posible en mí y confío en que lo sea para todos. Cada uno se puede verse a sí mismo en su anhelo de libertad, amor y felicidad.

Cada lector que contacte con la potencialidad de ser un vagabundo espiritual, va a entender que un vagabundo espiritual fluye y no se puede comprender lo que es fluir sin antes comprender de qué depende.

La causalidad es algo que tenemos que comprender para después ver cómo funciona el fluir. Las cosas no suceden por casualidad sino por causalidad. La causalidad es la ley eterna de causa-efecto, cada cosa sucede porque antes sucedió otra que le dio origen.  El FLUIR en la vida de un ser humano sólo puede suceder si antes sucede la CONFIANZA. Fluir sin confiar es vagancia.

Confiar es Fluir. En realidad son el mismo concepto manifestado en dos verbos diferentes que expresan la misma realidad vista desde la causa y el efecto.  Confiar es la causa y fluir es el efecto. Lo más importante es comprender que si no se confía no se fluye. Si no se confía entonces es porque se desconfía, y con desconfianza la vida no fluye. Confiar o desconfiar son posiciones radicales, no pueden ser intermedias, no se puede confiar a medias o desconfiar un poco, o se confía o se desconfía, una mujer no puede estar un poco embarazada, o un día sí y otro día no estarlo.   Está o no está embarazada. Así es la confianza, ¿está o no está?  Si está, no hay desconfianza ninguna y habrá fluidez.

Lo contrario a la confianza no es la desconfianza, la desconfianza es la otra cara de la confianza pero no su opuesto; lo contrario a la confianza es la manipulación pues es la actividad que manifiesta la búsqueda de control permanente a todas las cosas, personas y situaciones. Querer controlarlo todo, aparte de ser algo imposible, es lo contrario a la confianza. Lo contrario a la desconfianza es el fluir. Hay mucha gente que lo suelta todo, incluso el control, pero todavía no pueden fluir porque no han desarrollado la confianza. Esta es la razón por la que el desapego no le sirve de mucho a tanta gente que lo practica, pues es una actitud que aparenta un dejarse fluir, pero es solo un soltar algo parcial. Desapegarse es hacer algo equivalente o sustitutivo a confiar.

La confianza es del corazón y la desconfianza es de la mente, el corazón produce un impulso intuitivo que marca el rumbo a quienes confían; mientras que la mente produce una enorme confusión haciendo cálculos de lo que conviene o no, de lo que se pierde o se gana ante cada decisión, de lo que caerá bien o mal a los demás por lo que hacemos; el corazón produce un latido que orienta a cada instante al que confía en su eje existencial, el corazón siempre sabe dónde está y se siente a salvo, por eso no necesita saber qué va a suceder, no necesita ser aprobado por nadie ni hacer un balance de sumas y saldos para arrojar un resultado previo que le de seguridad de lo que va a decidir; el corazón primero salta, y luego, si le queda tiempo y ganas, piensa. Cosa que jamás ocurre, porque cuando el corazón salta, luego solo tiene tiempo para disfrutar.

O piensas, o vives”. La mente piensa y nos aleja de la vida, la mente produce ordenes llenas de miedo oculto, cargadas de culpa camuflada; el miedo y la culpa son las columnas principales de la manipulación; obsérvalo, si quieres hacer que alguien haga algo que no quiere métele un poco de miedo y un poco de culpa y hará lo que sea; la manipulación es la actividad fundamental de una mente condicionada.

Manipular es retener, amarrar, apegar, sujetar, mantener, convencer, luchar, controlar, resistir, gobernar y dominar. Para ello es necesario crear estrategias continuas que produzcan atracción, interés y deseo, el deseo produce un querer que no es propio, ha sido creado por otros intereses.  Luego decimos que lo que hacemos lo hacemos por CONVICCION,  y es cierto, la convicción demuestra que hemos sido convencidos para hacer esto o aquello, pues la palabra convicción proviene de convencer.  La manipulación consiste en hacer todo tipo de cosas para que sucedan otras. Es producir causalidad voluntariamente. El ser humano no puede producir causalidad, puede aceptarla como lo hacen todas las cosas que existen, pero cuando intenta producirla se convierte en un manipulador; esta fue la actividad principal que desarrolle durante muchos años, tanto en lo personal como en lo laboral, cuando trabajaba para el marketing. Por eso puedo hablar tan bien de todo esto, yo lo he vivido.

Confiar es fluir, arriesgar,  liberar, abrir, entregar, renunciar… Confiar es dejar que suceda lo que tiene que suceder… Cuando confío me pongo en manos de la existencia, no hago, sino permito que suceda, acompaño a la corriente que me lleva a no sé donde, observo sin juzgar, acepto quedar expuesto, no pido seguridad ni exijo garantías, dejo que ocurra…  Confiar es no hacer nada que interfiera en lo que la existencia quiere que suceda,  confiar es permitir.  La confianza es la actividad que define el Ser. Cuando el Ser es, entonces hay confianza.

Una pequeña hoja cae de un árbol, en ese momento deja de ser árbol y por unos instantes estará sola y cayendo por el vacío hasta que entre en contacto con otras miles de hojas, comienza su viaje hacia abajo, cae del árbol con una enorme confianza, no sabe qué sucederá, no sabe que hay allí abajo, está sola por primera vez en el aire, se soltó sin dudar y comenzó su vuelo por el aire. Pero volará por muy poco tiempo y no caerá donde pudiera pensar, si en algún momento se le diera capacidad de pensar, la hoja crearía la ilusión de que caerá junto a otras hojas y estará acompañada, pero este árbol está justo al lado de un río,  por tanto la hoja caerá sola y en medio del fluir de un río,  ahora la hoja tendrá que nadar, pero no sabe hacerlo, no le dieron tiempo para que haga un curso de natación ni de rafting, la hoja no está preparada, si lo estuviera no podría confiar.

El río caudaloso representa el fluir de la vida; la corriente cogerá a esa pequeña hoja como su hija adoptiva, la llevará muy lejos del lugar en donde nació y se crió; la hoja, al ver que cae en un río sin control, se entrega, no se resiste, se relaja y deja que el río la lleve a donde sea, confía, no pide ayuda, no busca una brújula para ver la dirección hacia dónde va y así poder algún día regresar; porque cuando se fluye no hay regreso a ninguno de los sitios en donde antes hemos estado; volver es incompatible con el fluir, se puede regresar pero quien regrese será otro Ser totalmente diferente, ya que siempre que se regresa al sitio de donde uno ha saltado, después de haber fluido, se regresa con cambios tan grandes que quienes te conocían ya no te pueden reconocer.

Estamos en la era de las infinitas posibilidades que plantea la física cuántica y con ello corremos el riesgo de elegir en que realidad queremos vivir. Es verdad que las muchas posibilidades nos tientan a elegir, pero cuando se fluye no se elige, el fluir mismo tiene la energía suficiente para llevarnos a donde tiene que ser y ponernos en donde tenemos que estar. Por ello un vagabundo espiritual elige no elegir, es su única elección. Al no elegir se inicia un viaje en contra de la necesidad de esquematizar, controlar, ordenar y planificar. La preocupación es un subproducto de la manipulación, por ello cuando se fluye ya no hay preocupación, cuando se fluye se confía, y cuando se confía se fluye, no hay nada de que ocuparse antes de que las cosas sucedan, y una vez que suceden solo hay que dejarse llevar.

No dejarse llevar a donde la vida nos quiere llevar es desconfiar. La resistencia al fluir es resistencia a la libertad y por ende a la vida.  Podemos argumentar muchas cosas para no dejarnos llevar: los hijos, los padres, la escuela, el trabajo, los nietos, la casa, el hogar, el barrio, la seguridad económica y tantas otras pequeñeces más, todas transitorias, aparentemente importantes, pero todas desaparecerán; la oportunidad de vivir la vida fluyendo con la energía de la libertad es única, y lo que en esta experiencia de fluir acumules, será una experiencia que te acompañará para siempre.

Dejándose fluir, uno llega a sitios que no llegaría nadando o guiado por navegadores o guías expertos. En la existencia no hacen falta brújulas ni saber dónde está el norte, no se necesitan asesores personales, ni guías que sepan de caminos y sitios, pues lo conocido no entra en el campo de las posibilidades para el fluir.

La confianza nos lleva inevitablemente a sitios desconocidos, inseguros, incómodos, pero allí en cada uno de esos sitios en que nos lleve nos llenaremos de admiración por la vida y nos sorprenderán los paisajes inexplorados que nos mostrará, nos llenaremos de gratitud por la felicidad que experimentaremos al ver que la seguridad nace dentro nuestro cuando nos animamos a estar en sitios donde hay inseguridad e inestabilidad; porque de igual manera, en que lo desconocido dejará de ser desconocido en el mismo momento que accedamos, lo inseguro deja de ser inseguro en el mismo momento en que lo transitemos.

El agua fluye, pero para fluir tiene que ser escurridiza, sin forma, flexible, adaptable y ¿Cómo funciona el agua?  Circula, se transforma, viaja, se convierte en vapor, nube, lluvia, ríos y océano, no teme dejar de ser; cuando se evapora sube y cuando se condensa baja, va y viene, pero cuando se congela se endurece y se detiene. Allí se enfría y se contrae, se convierte en bloque de hielo. Es verdad que el hielo también cumple su función en la naturaleza pero la naturaleza del espíritu humano está relacionada con el movimiento, los cambios, la transformación y la fluidez. La confianza vive en la incertidumbre. Incertidumbre es no saber, y no saber es la única manera posible de penetrar en el misterio.

El gran desafió de un vagabundo espiritual es poner un pie dentro del misterio porque en ese momento sucede el milagro. Una vez allí nunca más querrá saber nada antes de que suceda. Allí se acaba la expectativa y se recupera la paz.  Un vagabundo espiritual conoce la confianza porque la vive. Pues, así como el amor se conoce amando, la confianza se conoce confiando.

Así como el agua se atomiza y se hace posible su vuelo; al ser humano, cuando confía, su Ser se torna tan liviano que se le hace posible su libertad para volar.

La libertad no es un viaje externo hacia cualquier lugar, es una apertura interna, que da lugar a la expresión de lo que somos y traemos.

Cuando dije al comienzo que aprendí a volar, me refería a esto, a que un día, sin darme cuenta me convertí en una nube.

 Ser nube

a nube no tiene adonde ir, nadie sabe de dónde llega ni a donde va.

Su travesía es un misterio, su llegada y su partida es irracional, anda a la deriva por el cielo, y no se dirige hacia ningún destino.

Ser nube es un fenómeno desarraigado, nunca se apoya en ningún lugar.

 

No necesita de apegos, aun así puede llegar muy lejos.

No necesita moverse con intenciones, aun así siempre llega al sitio ideal.

No necesita de un camino trazado, aun así transita el camino de la perfección.

No necesita conquistar, aun así flota por encima de todo.

 

Una nube anda a la deriva por la inmensidad, no deja huellas, ni marcas, como si no existiera.

Ser una nube es haber abandonado la lucha. Se llega a ser nube sólo cuando se aprende a confiar.

 

Para una nube cada momento es toda una eternidad.

Con una nube no te puedes relacionar, puedes hacerte uno con ella y dejar que ella se haga una contigo.

No se puede ir encima ni debajo de una nube, se puede ir con ella, en ella.

Viajando dentro de la esencia de una nube, el guía es la existencia.

 

Si confías…

Maravilloso viaje te espera.

 

Alberto José Varela

[email protected]

 

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Alberto José Varela

Fundador de empresas y organizaciones; creador de técnicas, métodos y escuelas; autor de varios libros. Estudiante autodidacta, investigador y conferencista internacional, con una experiencia de más de 40 años en la gestión organizacional y los RRHH. Actualmente crece su influencia en el ámbito motivacional, terapéutico y espiritual a raíz del mensaje evolutivo que transmite.

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