DEJAR DE SER UNA NACIONALIDAD ES EL INICIO DE UN RENACIMIENTO.
La transformación de nuestra vida comienza cuando nos desidentificamos de lo que creemos ser.
La mayoría de niños que nacen en el mundo acaban siendo patriotas, adictos a la biografía del país en donde nacen. Cuando crecemos y nuestra consciencia comienza a despertar nos damos cuenta de que estamos en la cárcel de la defensa de nuestra nacionalidad, como si fuéramos robot programados. De ahí surge en mucha gente un rechazo y a veces hasta un odio muy particular por el país donde ha nacido, porque es el lugar en donde hemos sido condicionados y programados para ser de una determinada manera.
DEJAR DE SER RUMANO, es una propuesta que voy a formular en Rumanía, pero es además un tremendo desafío que puede hacer evolucionar a muchas personas atrapadas en las limitaciones de sus identificaciones.
Ser cosmopolita es considerar que cualquier parte del mundo es la misma patria. La patria es una vinculación afectiva al lugar en donde se ha nacido. HEMOS NACIDO EN EL MUNDO, por ello puedo afirmar que dejar de creer que somos una nacionalidad es un viaje de apertura inimaginable hacia la globalización de la consciencia y hacia la integración a la especie humana, dejando de ser muchas razas para convertirnos en una especie, dejando de ser de muchas nacionalidades para reconocernos sin límites, dejando de ser tantas religiones para estar unidos en una misma espiritualidad.
Dejar de creer que somos una nacionalidad es un viaje inimaginable hacia la globalización de la consciencia y hacia la integración a la especie humana, dejando de ser muchas razas para convertirnos en una especie, dejando de ser de muchas nacionalidades para reconocernos sin límites.
Cuando nos aferramos a una nacionalidad, sin querer, dejamos de ser humanos y nos convertimos en soldados, guerreros y enemigos de millones de personas que son de otra nacionalidad, como si nos volviéramos infrahumanos listos para la guerra y para rechazar a quienes no son como nosotros.
Nací en argentina hace 59 años, vivo en España hace más de 20 años, he visitado más de 40 países dando conferencias y realizando talleres y retiros, dirijo un equipo de gente que están sumándose a este nuevo continente de la consciencia; no está en algún lugar, sino que agrupa a personas de todos los lugares del mundo. Usamos el lenguaje del amor, hablamos el esperanto de la compasión. Una manera de comunicarnos desde una mirada compasiva y comprensiva que nos está ayudando mucho a superar nuestros límites.
Escribo este artículo después de un largo proceso en el que dejé de ser argentino. Eso ha sido una tarea muy ardua y difícil para mí, porque ser argentino es como tener una profesión, el titulo no está colgado en una pared sino metido en la mente y el corazón; como si se estudiara durante un par de décadas (por lo menos) para aprender todo lo necesario y llegar a estar condicionado a una historia, atrapado a una manera de ser, pensar y reaccionar.
Haberme desidentificado de mi nacionalidad ha sido uno de los mayores avances evolutivos que he tenido en toda mi vida. Dejar de ser una nacionalidad supone abandonar una de las identificaciones más profundas que tenemos arraigadas, eso no supone abandonar nuestro país de origen, ni odiarlo, ni dejar de sentir amor por nuestro país, sino desidentificarnos de los apegos socioculturales, morales y tradicionales que nos condicionan para poder ser libres y poder formar parte de una manera cosmopolita de vivir, sin necesidad de defender ni atacar ninguna nacionalidad, pero no perteneciendo a ninguna.
Por eso decidí crear un nuevo continente desde el amor, le llamo el continente de la consciencia. Cualquiera puede vivir allí sin necesidad de tener pasaporte; al formar parte de este continente sin limites ni identificaciones se abren las puertas a tener amigos de todas las nacionalidades, leguas y culturas, porque ya no son una barrera que nos separan. Por ello en nuestras 11 casas por el mundo hemos creado comunas de convivencia de gente de muchos países, para sanar lo que nos separa, preparando el camino de la reconciliación.
Cuando una persona se desprende de los patrones que arrastran las familias y se deja de ser leal a las instrucciones anticuadas instaladas por profesores, religiosos, políticos y abuelos, se abre una puerta a la internacionalización de la inteligencia, que ya no piensa en términos de ser una nacionalidad sino en ser humano, sin más, sin banderas que portar; porque cada vez que se enarbola una insignia patria se están creando las condiciones para luchas y guerras que nos aíslan y nos encierran en la pobreza de la identificación; una limitación mental que nos impide expandir nuestra consciencia y estar en armonía con los otros.
La particular inteligencia rumana (de la que voy a hablar) puede ayudar a comprender esta original propuesta que voy a hacer en un taller de Escuela Consciente que ofreceré el día viernes 6 de diciembre de 2019, en donde abordaré los diferentes problemas y limitaciones que afectan la vida personal por estar identificados con la nacionalidad; y como poder salir de esa cárcel, no de Rumanía, sino del apego a su manera de ser, no porque tenga nada de malo sino porque simplemente limita y castra la potencialidad del individuo.
Dado que dirijo una organización internacional que está presente en los 5 continentes, y que tiene colaboradores de decenas de países, puedo asegurar que una de las claves de nuestra empresa es haber trascendido la frontera de nuestras nacionalidades para poder mirarnos como humanos del mismo planeta, como una familia espiritual que no presta atención a estos detalles geopolíticos sino a la esencia de amor que tenemos todos, sin importar a donde hayamos nacido.
La consciencia no tiene fronteras, por tanto todo límite que creemos o sostengamos nos impedirá conectar con la consciencia cósmica.
El despertar de la consciencia está relacionado con una transformación individual, y en todo proceso de transformación personal, ya sea en nuestra vida o en situaciones profundas, es vital en primer lugar darnos cuenta de que no somos lo que creíamos ser, y en segundo lugar reconocer que lo que somos es un misterio cuya potencialidad es ilimitada. Este es el trabajo que en esencia proponemos desde nuestro método de Evolución Interior. El equipo internacional que visitamos Rumania en diciembre ha nacido en Rumania, Argentina, El Salvador, Colombia, España, Italia y Uruguay, pero venimos del mismo continente de la consciencia.
Alberto Varela
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