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AUTOREFLEXIÓN: ¿CUÁNDO SOY UNA MENTIRA Y CUÁNDO ME CONVIERTO EN ALGO AUTÉNTICO? Es como preguntarme ¿Cuándo soy superficial y cuando soy profundo? ¿Cuándo estoy conmigo y cuando contigo?

LEER, ESCRIBIR Y HABLAR: EL PROCESO DE APRENDIZAJE.

En las tres fases de la evolución del lenguaje humano está el secreto de la sabiduría.

Cuando leo, escucho e investigo soy yo, un constructo de intereses por saber y aprender; es justamente en esos momentos en que me abro a que me entre información cuando más superficial soy. Querer conocer más refuerza la idea de lo que supuestamente soy. La entrada de información y datos me aleja de la verdad.
Algo muy diferente ocurre cuando escribo, porque comienzo a dejar los conocimientos adquiridos, empiezo a dejar de ser yo como un buscador o apasionado descubridor, entonces sin querer me convierto en una energía que plasma lo que comprende, transformando lo aprendido en algo original, fresco y con sello propio a través de la escritura. Toda escritura puede ser un automatismo de lo aprendido o una reformulación y reelaboración de lo comprendido.
Pero cuando hablo y me comunico con otros, ocurre un fenómeno de compleja explicación, porque dejo de ser yo completamente, es cuando más auténtico soy porque me olvido de mí; en ese momento se queda atrás lo leído, oído y escrito; pierdo todo interés por entregar datos o transmitir información, es entonces cuando me posee el lenguaje que quiere expresar algo que ni siquiera es elaborado por mí, porque pertenece al misterio. En esos momentos el inconsciente es implacable porque entro en consonancia con quienes me oyen como si me hablara a mí mismo. La interacción con otros es la puerta de doble entrada de la sabiduría humana.

El aprendizaje es el descubrimiento de las cosas que ya sabemos. Al expresarlas estamos demostrando y confirmando que ya la sabíamos. En la comunicación unos con otros surge ese fenómeno mágico de acceso a espacios comunes de sabiduría que nos nutre y nos anuncia de que estamos conectados y que somos un tesoro de infinita comprensión.

Por eso afirmo que las palabras son finitas y limitadas, porque funcionan en el tiempo, pueden viajar por un tramo más o menos corto, te dan la sensación de seguridad y estabilidad porque las puedes guardar, leer o escuchar; tienen la capacidad de acompañarte. Pero la presencia pertenece al espacio, no te la puedes llevas a tu casa, la puedes captar y disfrutar o no, la oportunidad la tienes cuando estás ahí mirando, sintiendo, conectando con lo que trasciende las apariencias de lo que creemos ser, porque pertenece a la eternidad. La presencia es pura consciencia de la divinidad de uno mismo y de los otros.

Ser consciente de la presencia es el campo en el que el lenguaje se explaya libre y espontáneamente.
Cada vez que me presento para hablar en público sólo puedo garantizar mi presencia en el espacio, el tiempo se detiene en mi mente; el presente se convierte en eternidad; quizá sea por ello que nunca sé lo que voy a decir, aunque siempre compruebo que lo que transmito es esencialmente desconocido por mi mente; reconozco que proviene del proceso de lectura y escritura, pero traspasa los limites racionales de lo que se pueda explicar o entender, porque tiene como fin entrar en el núcleo de lo que la voz de la consciencia quiere expresar.

En lo que digo y en lo que dices está el secreto de la profundidad; cuando estamos en presencia, hay un encuentro con lo infinito de mí y con lo eterno de ti, en ese momento los silencios toman todo el poder, hablan por sí solos diciendo lo que las palabras no pueden expresar.

Cuando estoy con otros en presencia es cuando soy profundo, me convierto en la profundidad, porque me entrego a mi soledad, entro adentro de mí, oigo mi voz como si fuera la tuya y la tuya como si fuera la mía. Entonces mi mente se confunde porque me fundo.

Dedico este escrito a Nico, un cazador de talentos Suizo-Argentino, que me invitó a venir a Israel a realizar un retiro en el desierto y que ahora me acompaña estos días en la gira de conferencias y encuentros con personas, y quien anoche cenando en Tel Aviv me ha inspirado a compartir esta autoreflexión.

Alverto José Varela
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Alberto José Varela

Fundador de empresas y organizaciones; creador de técnicas, métodos y escuelas; autor de varios libros. Estudiante autodidacta, investigador y conferencista internacional, con una experiencia de más de 40 años en la gestión organizacional y los RRHH. Actualmente crece su influencia en el ámbito motivacional, terapéutico y espiritual a raíz del mensaje evolutivo que transmite.

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