CLAVES DE LA AUTORIDAD INTERNA Y DEL LIDERAZGO EXTERNO.
La magia auto-compasiva de comprender las necesidades propias y las de los otros.
Estoy en El Roque, una pequeña y recóndita isla del Caribe, unos días de vacaciones para iniciar el año con renovadas reflexiones que surjan de mi vida. Estoy en el sitio más imperfectamente perfecto, vine por 13 días pero me voy a ir al tercer día porque no es el lugar donde quiero pasar mis vacaciones. Había un plan pero lo acabo de romper. Ahora me voy a Curacao. He vivido este cambio de plan como algo muy enriquecedor, porque me permite ver que me comprendo a mí mismo, y desde ahí puedo comprender las supuestas imperfecciones aparentes del entorno sin reprochar ni enfadarme con nadie ya que por un lado es un entorno perfecto y por otro lado es lo más imperfecto que he visto. Esta isla tiene apenas unos 500 metros de largo, hay una discoteca en la playa cuya música de cada noche es ensordecedora, no solo que no deja dormir a nadie sino que supongo debe espantar a cientos de especies marinas a decenas de kilómetros en este precioso océano cristalino turquesa. Podría hacer una larga lista de cosas a favor y en contra, pero me quedo con la sensación de felicidad de no quedarme ni un día más de lo que siento en este lugar. Esto mismo pasa con relaciones y situaciones que de quedarnos atrapados más tiempo del que queremos nos agrediríamos a nosotros mismos. Hay que irse justo a tiempo. Esta es una gran comprensión.
Me levante a las 2 de la mañana, aprovechando que no se puede dormir, para instalarme en la playa y responder una pregunta que me acaba de enviar Leila, una alumna de la Escuela Consciente y facilitadora de Inner Mastery que me envió un mensaje que decía: “Acabo de comprender algo, y luego es increíble todo lo que me llegó. No me quedó otra opción que rendirme después de observar que no me quiero entregar. Pude ver el límite de mi personaje y lo infinita que es la consciencia. Cada vez veo con más claridad la desidentificación con lo que creía ser. Es una maravilla porque solo tengo ganas de vivir. Por favor Alberto ¿tienes algún escrito sobre entender y comprender? Me llegó la hora, estoy comprendiendo todo lo que antes entendía.
Esta mujer de las dos fotos es Leila, ahora de unos 27 años.
Quiero aprovechar este tema y la oportunidad de comprender para preguntarle a Leila ¿Qué es lo que ha ocurrido en tu vida que da dado un giro tan impresionante? Mírate como eras y como eres ahora, adentro estaba la misma esencia, pero estaba dormida, olvidada. ¿Se puede entender o comprender lo que te ha ocurrido? Si lo entiendes lo puedes explicar, si lo comprendes las palabras no van a alcanzar para contarlo, porque la comprensión es el lenguaje del silencio que lo dice todo sin hablar. También es cierto y lo he comprobado que el misterio de la comprensión usa el poder de la palabra que sale del silencio interior para despertar la consciencia y producir una presencia que aloje aquello que es infinito, eterno… la esencia. Ahora mismo lo que menos hay en mi entorno es silencio, por eso quiero aprovechar esta situación ruidosa exterior para instalarme en mi silencio interno y desarrollar esta respuesta.
No has tenido que hacer nada para que ocurriera esta transformación, y eso es el misterio, que las cosas más importantes y asombrosas de la vida suceden así porque sí. Sólo te has rendido y entregado, acciones que representan la renuncia a seguir haciendo, son supuestas acciones que no pertenecen al mundo de la acción sino de la no-acción. ¿Por qué han sucedido? ¿Cómo ocurrió? ¿Qué has hecho para que te llegara?
Esto mismo me dice mucha gente: “No sé lo que me ha ocurrido ni como, pero de repente me veo siendo otro, o mejor dicho dejando de ser la mentira que era para ser lo que siempre he sido y me había olvidado”
ENTENDER y COMPRENDER, dos verbos que representan procesos tan diferentes. La diferencia abismal que hay entre dos términos que parecen iguales o parecidos, es digno de que dediquemos un momento para entender lo que significa comprender, y para comprender lo que significa entender.
Entender tiene que ver con lo limitado, lo racional, las palabras, lo definible; comprender tiene que ver con lo ilimitado, lo irracional, la presencia, lo indefinible. Se entiende lo conocido, se comprende lo desconocido. El entendimiento trabaja al servicio de la mente, la memoria y el intelecto, la comprensión opera para la consciencia, el origen y el misterio.
El entendimiento tiene grandes utilidades en la funcionalidad de las cosas. Se entienden los lenguajes, las señales, las ordenes, las leyes, pero no se puede entender el sentido de la vida, el sentimiento de amor. La máxima realización del entendimiento está en entender el significado de comprender, pero entender lo que es la comprensión no garantiza comprender, ya que pertenecen a naturalezas diferentes. Para comprender se necesita dar un salto al vacío, del control y la represión, al no control y el fluir. Entender es mental, comprender es espiritual; cuando entiendo, pienso; cuando comprendo, siento. Al entender, alcanzo algo; al comprender, algo me alcanza a mí. Para entender hay que hace algo, para comprender no hay que hacer nada.
Entender y comprender son acciones que se complementan pero funcionan de manera separada e independiente que pueden o no superponerse, se puede entender sin comprender y se puede comprender sin entender, también se puede entender y comprender a la vez. De hecho que ahora mismo te puede estar ocurriendo alguna de estas tres opciones. En este caso te preguntaría ¿Qué estás comprendiendo? Dado que el proceso de comprensión es irracional no precisa de que pienses qué estas comprendiendo, porque es algo que está ocurriendo ahora mismo en un plano superior o metafísico y que se refleja en la manifestación de algo profundo adentro de ti.
Hace poco mi hija Amelýs de 10 años estuvo en una clase de Escuela Consciente, es la primera vez que está más de dos horas escuchando las locuras que dice su padre, se acomodó acostada con su madre como para dormir, pero no cerró los ojos casi ni por un instante; estaba escuchando atentamente desde su inocencia algo muy complejo. En esta ocasión hablamos sobre la necesidad que tiene la gente de dejar de ser lo que no son para poder comenzar a ser lo que son. Amelýs estuvo muy atenta, luego me dijo que no entendió pero le interesó el tema, cuando estuvimos cenando pregunto ¿Por qué la gente quiere dejar de ser para poder ser? No entiendo. La pregunta de la niña nos regalo una hora de conversación y disfrute para poder explicar lo inexplicable. Sergio, Daniela, Paula y yo nos convertimos en niños de repente para tratar de acercar una luz de comprensión a una niña. Y parece que algo comprendió, me di cuenta de eso porque al final le pregunté ¿Has comprendido Amelýs? Y me respondió: “sí pero no lo puedo explicar”
Así es como sucede la comprensión, es un fenómeno de la consciencia, ocurre sin hacer nada, solo abriéndonos al misterio de lo que no entendemos. Osho dijo algo muy certero sobre esto: “Para comprender sólo se necesita una cosa: escuchar bien, nada más”. Escuchar no es una acción sino una apertura inocente a lo desconocido. Cuando sólo queremos oír lo que nos gusta, lo que ya sabemos y reconocemos o aquello con lo que estamos de acuerdo, no es escuchar, la escucha es un puente hacia lo desconocido, nos acerca al misterio predisponiéndonos a que nos entre algo nuevo adentro, a lo más profundo de nuestro corazón.
Por eso insisto en el hecho de que para comprender no hay que hacer nada. Incluso, que no hay que comprender nada, porque en el momento en que nos proponemos lograr comprender se crea el personaje buscador de comprensión que tratará de hacer de todo para llegar a comprender, y esa actividad orientada a conseguir algo impedirá que llegue la comprensión. Este es un concepto taoísta de gran profundidad, acerca de la no acción.
Wu-wei (en chino «No Acción») es una palabra que describe un importante aspecto de la filosofía taoísta en el cual la forma más adecuada de enfrentarse a una situación es no actuar, no forzar, ni influir; no es lo mismo no actuar que no hacer nada. Las plantas crecen por wu-wei, es decir, no hacen esfuerzos para crecer, simplemente lo hacen. El Wu-wei sería, pues, una forma natural de hacer las cosas, sin forzarlas con artificios que desvirtúen su armonía y principio.
En la caligrafía Zen el Wu-wei es representado como un círculo, donde el inicio y el final se encuentran en un mismo punto, creando una zona interna y otra externa, el adentro y el afuera del círculo. Un límite y dos realidades. Lo interno puede percibir estar desconectado de lo externo o ser otra cosa diferente por el hecho de estar separado por una línea.
Wu-wey significa que la parte aislada ha entendido que es sólo una parte y por tanto ha abandonado la lucha contra el todo. Ahora “el todo” hace, mientras que “la parte” se ha vuelto feliz. Es estar en armonía con el todo manteniendo el ritmo de los acontecimientos, sincronizados en el paso a paso de la vida. En esa relajación de dejar que el rio te lleve ocurre la comprensión, porque es la vía del amor que no permite hacer maniobras ni manipulaciones. Una especial forma de fluir sin influir, de vivir sin interrumpir y de favorecer sin impedir. Wu-wei es un término que requiere comprensión, el entendimiento no puede llegar ahí, significa hacer sin hacer, o no hacer haciendo. Una contradicción para la mente lógica y analítica. Significa permitir que suceda. Es el camino del fluir, donde el corazón guía la vida desde el principio al final llegando al mismo punto.
Algunos capítulos del escrito más importante del taoísmo, el Tao Te Ching, atribuido a Lao-Tsé, hace alusión a la «acción decreciente» o «voluntad menguante», como los aspectos clave en el éxito del sabio. La filosofía taoísta reconoce que el universo ya funciona armoniosamente de acuerdo con sus propios principios (como ocurre en esta isla); cuando el ser humano enfrenta su voluntad contra el mundo, altera la armonía que ya existe. Esto no significa que las personas deban renunciar a su voluntad (por eso me voy de esta isla) más bien, se trata del cómo actúa en relación a los procesos naturales críticos existentes.
El Wu-wei también ha sido traducido como «quietud creativa» o el arte del «dejando ser». Esto no supone un desdén de la razón, más bien es una manera de entender que el Tao está dentro de todas las cosas y en quienes optan por seguir ese «camino». Una manera de imaginarse el Wu-wei es a través de los escritos de Lao-Tsé donde indica cómo gobernar un reino. En ellos, compara las actividades de gobernar y freír un pescado —mucho calor y la comida se arruina—, es decir, promover el orden pero no oprimir. Para lograr esto, hay que comprender las necesidades del pueblo y no ir en contra de ellas. En esta premisa está escondida una de las magistrales enseñanzas taoístas del liderazgo.
Leila, creo que todo esto es la preparación perfecta, no solo para entender lo que significa comprender, sino para comprender la importancia de comprender a los otros, sin lo cual es imposible la reconciliación y el liderazgo al que vas a acceder.
Alberto José Varela