SI NO SE DEJA ATRÁS LO VIEJO ESTAMOS DESTINADOS VIVIR DESACTUALIZADOS.
La existencia se renueva a cada instante, los problemas se hacen más complejos cada día; y el desafío de quienes quieran una evolución interior es inevitablemente creciente.
Las personas que están haciendo algo por su propia evolución o ampliando su nivel de consciencia, eligen enfoques más o menos elevados o profundos, métodos más o menos espirituales o terapéuticos para seguir avanzando y superando limitaciones. Dichas elecciones responden a muchas razones, pero en el fondo provienen de personas que se están dando cuenta de las mismas cosas, aunque sean diferentes o vivan en distintos continentes. Todas confluyen a una misma raíz. Según mi percepción, es el sentimiento de que algo no está bien, no importa el nivel económico que tengamos; no estamos lo satisfecho que quisiéramos estar, no importa el nivel sociocultural que tengamos; hay asuntos internos y profundos que nos molestan e incomodan, no importa a lo que nos dediquemos; tenemos espinas clavadas que nos duelen y unas ganas tremendas de quitarlas para dejar de sufrir.
Desde el mundo alternativo, (me refiero a la gente que busca soluciones al margen de lo que ofrece el sistema o de las propuestas oficiales relacionadas con la salud) llevamos muchas décadas tratando de acabar con nuestros malestares de maneras más originales.
El sufrimiento se puede expresar de diferentes formas, cada individuo configura su malestar de una manera particular y cada uno lo manifiesta de la forma que puede; la variedad es inmensa. Cuando salimos a buscar soluciones nos encontramos con la clara tendencia superficial que caracteriza a aquello que se nos ofrece y que se demuestra en el hecho de que se propone calmar los síntomas, resolver en apariencia los problemas o reparar transitoriamente lo que funciona mal o crear soluciones ilusorias. Por tanto, aunque los problemas se disimulen, van retornando de diferentes maneras y ante diversas situaciones o momentos. En el fondo sentimos que todo sigue siendo más o menos igual, pero al menos sentimos que estamos haciendo algo, nos creemos la fantasía de que estamos mucho mejor, pero seguimos intentando encontrar la solución.
¿Por qué las técnicas no funcionan como necesitamos? ¿Por qué los métodos pasan de moda y seguimos esperando que lleguen otros nuevos? ¿Por qué los resultados no tienen duración o no se quedan instalados de manera permanente? ¿es realmente efectivo lo que se propone dentro del mundo alternativo?
Lo que muy pocos saben es que detrás de la elección de algún camino de trabajo personal hay toda una herencia energética que nos condiciona en la búsqueda y en la posibilidad de encontrar la solución. Elijamos lo que elijamos ya está condicionado por las intenciones originales con que nació esta era de acuario y el movimiento contracultural (a partir de mediados de siglo XX) en la que miles de personas dieron inicio a la “Nueva Era” caracterizada por un nuevo tipo de búsqueda enfocada a la espiritualidad, la libertad de expresión, el cuidado de la naturaleza, la convivencia en paz y amor.
Aunque a partir de ahí se hayan abierto nuevos espacios alternativos y surgieron posibilidades que se desconocían, dicha era estaba tremendamente limitada por varios factores. Esto se puede apreciar en el hecho de que las propuestas de soluciones a los tan complejos problemas humanos siguen teniendo las mismas limitaciones de siempre. Cambian de nombre, pero en el fondo ofrecen más o menos lo mismo: alivio. A veces este alivio se produce por algún tipo de explicación más o menos interesante a lo que nos ocurre, otras veces porque encontramos consuelo en buenos terapeutas que nos apoyan y saben escuchar, o en el mejor de los casos porque podemos desbloquear emociones reprimidas con alguna técnica muy efectiva, o liberar valores escondidos con algún método novedoso. Todo ayuda para aliviar el problema, pero el núcleo sigue sin ser tocado.
Las palabras que utilizamos las personas “alternativas” para definir el objetivo de lo que buscamos a nivel personal son muy variadas: sanación, despertar, iluminación, florecimiento, conexión, cambio, autoconocimiento, realización, trascendencia, crecimiento personal, autoayuda; cada una de ellas tienen un sentido de llamarse así, todas en alguna medida pertenecen a la ciencia de lo interno, a mí me gusta llamarle INGENIERÍA DE LA TRANSFORMACIÓN para diferenciarla de lo que es un trabajo de reformas a lo que es un trabajo de reestructuración, y de paso para ir introduciéndonos en un planteamiento profundo.
Las estructuras y los modelos sobre los que hemos creado nuestros proyectos de vida son endebles y desarmónicos, por ello acaban creado todo tipo de desequilibrios y malestares. Cuando nos damos cuenta que los cimientos sobre los que hemos construido nuestra vida están mal, ya es demasiado tarde, pues ya estamos viviendo dentro de una casa inestable y encima de cimientos que no son capaces de sostenernos y de soportar lo que nos ocurre. Es ahí cuando comenzamos a hacer reparaciones de todo tipo. De hecho, que las propuestas alternativas son reparadoras y correctivas ya que tratan de “arreglar”, pero no de reestructurar. Las propuestas oficiales que ofrece el sistema en su mayoría son evidentemente más limitadas en el sentido de que ni siquiera tratan de arreglar, sino que apuntan a normalizar y adaptar a las personas al sistema.
En este recorrido de varias décadas, han surgido muchas veces estas preguntas dentro de mí: ¿Hay personas que quieren hacer una reestructuración de su vida? ¿Existe un público que tenga el interés real de realizar una transformación a nivel personal? ¿Estamos dispuestos a hacer cambios desde la raíz? Mi respuesta afirmativa surge desde mi mismo, porque esa ha sido siempre mi intención, y puedo confirmarlo en muchas personas que voy conociendo y atrayendo en este camino.
Lo que se ve muy nítidamente en gran parte de la gente es la necesidad de hacer cambios, pero lo que no está muy claro es la decisión firme de hacerlos. En ese momento de duda o poca claridad acerca de qué hacer, surge el miedo a perder, el apego a lo cómodo y seguro, la urgencia de tener que continuar con lo conocido, las influencias externas, entre tantas cosas que nos convencen a seguir más o menos igual y no profundizar en lo que nos está ocurriendo en el fondo. Por tanto, elegimos mayoritariamente no cambiar. Es a esa decisión a la que se está atendiendo en el mundo alternativo, ya sea a través de propuestas más o menos espirituales o terapéuticas.
El hecho de que se iniciara una “Nueva Era” de búsqueda y que un buen grupo de personas se hubiesen rebelado en contra de lo establecido, que se hubiesen manifestado a favor de la paz y el amor, se hubiesen expresado libremente y se hubiesen liberado de muchas represiones, demostró que había una intención de hacer cambios en la sociedad y en el sistema, pero desde fuera. Ahora después de más de cinco décadas desde esa iniciación en la búsqueda de libertad, estamos ante la posibilidad de dejar atrás la herencia energética que ha creado ese movimiento, porque es en sí misma una gran limitación. Lo viejo, lo tradicional, lo antiguo, lo del pasado, es historia, y como tal es un condicionamiento para quienes queremos hacer una transformación personal. Esa energía de atrás tuvo mucha fuerza para rebelarse porque en el fondo estaban buscando la manera de sanar la relación con la autoridad (el padre). La mejor manera que encontraron de sustituir esa autoridad fue inclinándose antes las tradiciones ancestrales, convirtiéndose en seguidores de maestros espirituales, haciéndose amantes de prácticas orientales, e incluso rindiendo devoción a otras religiones o creencias. En el fondo había que dejar de seguir al padre para seguir a otros padres. Había que rebelarse a una autoridad mal ejercida para obedecer a fuentes más bondadosas y comprensivas de autoridad. En el fondo ellos también estaban buscando un amor genuino que no habían experimentado de la madre y que esta nueva hermandad se lo daba, aunque sea desde un sentimiento superficial de afinidad.
Esta herencia no puede llevarnos muy lejos en el camino de la transformación porque en las mismas raíces del movimiento de la Nueva Era está esa decisión: ¡Me quiero escapar, quiero sustituir, no quiero cambiar¡ pero es cierto que todos tenían en alguna medida la intención de hacerlo, pero no desde dentro.
Pasaron muchos años de pruebas y experimentos. Muchas cosas nuevas surgieron. La energía se renovó y se crearon las condiciones para que algo sucediera en el ser humano. Pero ahora podemos comprobar que todo está más o menos a la misma situación de antes, o peor. Por esa razón siento que es momento de ir más allá de lo iniciado por la Nueva Era, creando propuestas orientadas al cambio real dejando atrás las conquistas de ese movimiento y no apoyándonos en esa energía. Fue útil para su momento, pero ahora está desactualizada ante la enorme complejidad en los problemas que tenemos. Ha sido una iniciación a la apertura pero no al cambio interno. Encender velas, quemar incienso, tener un altar espiritual, escuchar música de relajación, cantar mantras o vestir con ropa de algodón nos sirve para crear un aura de paz y relajación, pero no nos sirve para dar el próximo salto evolutivo en el mundo de lo interno. Ir a la india, tener un maestro, tomar sustancias psicoativas, o formarnos en novedosas técnicas puede enriquecernos a nivel personal y crearnos una sensación de bienestar, pero eso no nos va a transformar.
Para que comiencen a nacer nuevas propuestas que vayan más allá de lo que la Nueva Era ha ofrecido es necesario salirnos de los esquemas que la sostenían. Básicamente son varios puntos que debemos abandonar o aspectos principales que tenemos que trascender.
- Dejar de buscar fuera poniendo la atención en las herramientas. Las técnicas son periféricas no el centro de la cuestión.
- Dejar atrás las tradiciones y las maneras que conocemos de hacer las cosas. Los modelos e ideales se derrumbaron.
- Dejar las preferencias, apegos y dependencia hacia los métodos que dominamos y hacia los maestros en los que confiamos.
- Dejar los sincretismos y las mezclas ya que siguen conteniendo la energía de las partes que la componen.
- Dejar la superficialidad expresada en la necesidad de aliviar y reparar, de reformar y mejorar.
En próximo post me sumergiré en cada uno de estos puntos. Porque podremos ver como todo lo que se ofrece en la búsqueda interior está en alguna medida condicionado y contaminado por el pasado. Todo lo que yo mismo ofrezco está contaminado de pasado, pero me desvivo por limpiar cada día todo rastro que encuentro o detecto del pasado en aquello que ofrezco a las personas.
En resumen, hay tres objetivos muy nítidos a donde apunta esta propuesta a partir del abandono de lo viejo y del pasado: 1- EMPODERAMIENTO: el poder está en mi no fuera ni en la técnicas o métodos que utilizo. 2- PROFUNDIDAD: yo soy el método y el proceso de mi propia sanación. 3- INTEGRACION: en mi interior se reúne y unifica todo lo que está separado y desunido en el exterior. En conclusión: ME HAGO CARGO DE MI MISMO, ME RESPONSABILIZO DE MI PROCESO DE SANACIÓN.
¿POR QUÉ EL CAMBIO NO HA FUNCIONADO?
Estoy muy agradecido por todo lo que han hecho las personas que iniciaron la Nueva Era, pero también reconozco que en ese momento SE CONSTRUYÓ EL GRAN MONUMENTO A LA SUPERFICIALIDAD, y que sigue estando como referente de toda iniciativa que se pueda tener en el trabajo interior. A partir de ahí se desarrollaron todo tipo de especializaciones para escapar y evadirse del centro de la cuestión: Cambio de religión, cambio de creencias, cambio de alimentación, cambio de vestimenta, cambio de conducta sexual, cambio de imagen, cambio de amigos… pero muy poco cambio interior de verdad. Cambiar todo tipo de cosas exteriormente para que el cambio interior no ocurra.
Era más que obvio y lógico, que si en ese momento de adolescencia y rebeldía como especie, los humanos hemos salido de un lugar incomodo desde el inconformismo y la queja para lanzarnos hacia una búsqueda de libertad y de opciones alternativas, esta estaría guiada por la insatisfacción interna, por tanto, lo único que podíamos encontrar en esta búsqueda impulsiva de soluciones eran posibilidades de evadirnos y distraernos, pero no de profundizar en las raíces.
A través de la Nueva Era, lo alternativo se convirtió en una fábrica de juguetes que crearon un bienestar espiritual y la sensación de libertad en los buscadores rebeldes. De hecho, que los hippies lo representaron a la perfección a los niños que jugaron a querer cambiar el mundo.
Mi visión es que este momento es para madurar, salir de la adolescencia del buscador espiritual que necesita depender, para dar comienzo a una era de iniciación terapéutica profunda, sensible y aguda, que nos permita a cada uno llegar con absoluta sinceridad a lo más íntimo de nuestro conflicto original.
Es momento de utilizar la tecnología terapéutica con la que contamos, crear más y nuevos abordajes, desarrollar proyectos de ingeniería de la transformación. Y sobre todo abrirnos a la profundidad. Nos toca dar vuelta la página y dejar atrás la superficialidad.
Si nos atrevemos a sumergirnos, estaremos a las puertas de la magia y ante el encuentro del sentido de todo esto; el coraje de profundizar nos llevará a lo que desde siempre venimos buscando quienes reconocemos a la vida como un medio para llegar al misterio.
Bienvenidos a la era de la Evolución Interior, a través de un proceso de auténtica transformación, en el que se pueda utilizar inteligente y desindentificadamente las técnicas, sustancias, abordajes o métodos que sean más apropiados a cada persona y momento.
Muchos buscadores han recibido iniciación espiritual, chamánica o mística, pero ahora es momento de una iniciación en procesos de transformación interior. Esta decisión es la que marcará un nuevo tiempo con nuevas formas y nuevas metas. Mi aportación a todo este proyecto es el impulso que estoy generando en muchas personas para que se adentren en este camino, el surco está bien definido para saber cómo llegar paso a paso a lo profundo, porque por este camino ya estamos transitando muchas personas, encantadas de lo que estamos descubriendo.
Alberto José Varela